Annan dice que la UE será "más justa y rica" si se abre a la inmigración
"No son terroristas ni criminales"
"Las sociedades europeas necesitan inmigrantes", y sin ellos, la población de los 25 países que, en mayo, formarán la Unión Europea podría disminuir la población actual de 450 millones de personas a menos de 400 millones en 2050, señala Annan, en un artículo publicado hoy por el vespertino francés "Le Monde". Argumenta que "la inmigración no es una panacea", pero cualquier solución a los posibles problemas de carencias de mano de obra "pasará necesariamente por ella".
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El secretario general de la ONU ha alertado a los europeos contra un posible cierre de sus puertas a los inmigrantes, porque solo perjudicaría a la economía de Europa y serviría de estímulo a la inmigración clandestina.
Reconoce que "todos los países tienen el derecho de decidir si quieren acoger o no" a los inmigrantes, "pero los europeos se equivocarían si cerraran sus puertas", insistió. Eso "no sólo perjudicaría a largo plazo su situación económica y social, sino que llevaría a más y más gente a penetrar en su territorio" de forma irregular, precisó.
Annan sostiene que, aunque "la inmigración clandestina es un problema real, y los estados deben cooperar para acabar con ella", y contra los traficantes de personas, "lo que hace falta es crear verdaderas redes de inmigración regular". Se trata -añade- de "explotar todas sus ventajas, salvaguardando los derechos fundamentales de los inmigrantes". Las remesas enviadas por los inmigrantes a sus países de origen en 2002 representaron al menos 88.000 millones de dólares, un 54% más que la ayuda al desarrollo.
El secretario general de la ONU insiste en que "los inmigrantes deben adaptarse a la sociedad que los acoge y ésta debe adaptarse a ellos". "Son trabajadores valientes y determinados. No tratan de aprovecharse del sistema, sólo piden que se les de una oportunidad a ellos y a su familia", reflexiona Annan.
Y precisa: "No son criminales o terroristas, no quieren vivir aparte, sino integrarse sin perder su identidad", para concluir que "una Europa replegada sobre sí misma sería una Europa más dura, más pobre, más débil, más vieja. Una Europa abierta y capaz de gestionar la inmigración será una Europa más justa, más rica, más fuerte, más joven".