Berlanas acabó quinto en la final de 3.000 obstáculos
Los keniatas acapararon las tres medallas
Luis Miguel Martín Berlanas luchó lo indecible para quebrar la racha victoriosa de los africanos en los obstáculos, pero los tres keniatas y el cuarto, nacionalizado qatarí, impidieron un mayor lucimiento del madrileño, satisfecho como primer atleta, en quinta posición, tras la estela del poderío de Kenia en su disciplina
A Ezekiel Kemboi, plata en los Mundiales de París, le correspondió el honor de lucir el oro, y a sus compatriotas Brimin Kiprop y Paul Kipsiele, la plata y el bronce respectivamente. Otro keniata, pero defendiendo en Atenas los colores de Qatar, Obaid Musa Amer, se codeó con los medallistas, pero no pudo conseguir el premio para los adinerados qatarís.
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Kenia consiguió así ampliar su dominio en los obstáculos, prueba que les pertenece desde Seúl (1988), además de protagonizar el segundo triplete de su historia, tras el de Barcelona'92, y el segundo de los Juegos de Atenas, junto al de Estados Unidos en el 400.
Berlanas, que disfrutó con la carrera, viéndose superado únicamente por los 'intocables', escondió la decepción de Antonio Jiménez Pentinel, decimocuarto y desplomado desde que empezó a correrse la prueba de verdad, y, en menor medida, de Elíseo Martín, bronce en París, y a un sólo suspiro, noveno, del diploma olímpico, su gran objetivo.
No fue una carrera rápida. Tampoco lenta. En el primer mil, los keniatas se situaron delante y comenzaron su propia exhibición con un 'tren' que pronto descarriló a 'Penti' y Elíseo, muy retrasados. Era Berlanas quien ofrecía resistencia, el puente entre los africanos y el resto del grupo.
Al paso por el segundo mil la carrera ya tenía dueños, los tres keniatas y el qatarí. Berlanas, aún con sus problemas de tendón, apretó los dientes, se vio primero, del resto del mundo, y marchó detrás de los africanos. Incluso, a falta de 800 metros, se acercó losuficiente para soñar con el metal, pero fue un espejismo efímero.
Los keniatas dieron un paso al frente, avivaron el ritmo, y Berlanas se conformó, gratamente, con la quinta plaza, la primera sin africanos.