Pekín prepara una gran revolución arquitectónica para los Juegos de 2008
Pekín, que promete para 2008 los "mejores Juegos Olímpicos de todos los tiempos", vive la más importante revolución de su historia, tanto desde el punto de vista de las infraestructuras como de la arquitectura.
De llegar a ver esas altas hierbas, mecidas suavemente por la brisa, el visitante no puede entender que esas 405 hectáreas que contempla al norte de la capital china serán el centro de atracción del mundo entero dentro de cuatro años.
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Sin embargo, es allí, al pasar el cuarto periférico, que se elevará el estadio nacional con capacidad para 80.000 localidades, denominado "Nido de Pájaro", debido a su estructura metálica enrejada, con ángulos en forma de cuernos. Un "nido" de 360 millones de dólares.
Esa extensión verá el crecimiento igualmente del ultra moderno Centro Nacional de natación (17.000 localidades), especie de cubo de agua mágicamente suspendido en el aire.
Esos dos monumentos de la arquietctura, imponentes, simbolizan la Pekín que verán por primera vez centenares de miles de extranjeros en 2008.
"Vamos a crear obras maestras de la infraestructura deportiva, que reflejarán la fusión de las tecnologías de la construcción, del arte arquitectónico y de la protección del medio ambiente", proclama el plan de acción del Comité de Organización de de los Juegos de Pekín.
Lo que podría ser percibido como la vanagloria, no lo es, indican los observadores, testigos de los cambios de esta ciudad de 13 millones de habitantes que muestra y mostrará en la perspectiva de los Juegos el tipo de transformación radical que una metrópolis sólo vive una vez en su vida, como París la hizo en el siglo 19.
Así quedará enterrada la arquitectura estalinista de la época de Mao, tal como lo confirma también la futura Opera de Pekín, vecina del muy ortodoxo Palacio del pueblo. "Esto bate todo lo que pude conocerse hasta el momento", estima Laurence Brahm, un abogado estadounidense que vive en Pekín, especialista en la herencia cultural de la capital. "Desde Kubilai Khan, que hizo construir Pekín en el siglo 13, es de lejos el cambio más extraordinario", dice.
Incluso si recientemente las autoridades locales hicieron un llamamiento a respetar el presupuesto, nada parece querer detener una máquina destinada a organizar los "mejores Juegos de todos los tiempos".
El objetivo es un final de las obras de las sedes olímpicas en 2007, emblemas de una revolución que afecta a toda la ciudad, a imagen de los rascacielos que "brotan" de la tierra cada día, o de los 150 kilómetros de línes de subterráneos que deberán ser construidas dentro de cuatro años.
Renovado y ampliado con el nuevo siglo, el aeropuerto internacional de Pekín, que estará unido a la ciudad con un tren rápido, será sometido a una enorme renovación hasta 2008, con el agregado de una terminal que ampliará su capacidad total a 42 millones de pasajeros, contra los 25 millones actuales.
Esta formidable revolución no tiene únicamente un coste financiero, afirman los expertos. La destrucción iniciada de la vieja ciudad sobrepasa ampliamente las devastaciones maoistas de los años 50 y 60, como la erradicación de los viejos muros del recinto de la ciudad.
"Claro que desaparecerán edificios tradicionales", declara Wu Huanjia, profesor de arquitectura de la Universidad Qinghua de Pekín.
"Pero es imposible conservar una ciudad para la eternidad.
Las ciudades deben evolucionar", dice con sabiduría china




