Bush y Kerry se enfrentan en el último debate antes de los comicios
Versará sobre política doméstica
En Estados Unidos ya está todo preparado para el tercer y último debate de cara a las elecciones presidenciales del dos de noviembre. Bush y Kerry se verán las caras esta próxima madrugada en la Universidad de Tempe, en Arizona.
Los consejeros de Bush se han lamentado de que no se preparase lo suficiente las respuestas del debate que perdió. Por eso Bush se ha sometido a un entrenamiento para el debate en el que le han hecho aprenderse argumentos sobre cualquier afirmación que haga Kerry, más hábil a la hora de utilizar la lógica.
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Para Bush es la ocasión final de reavivar su campaña y tratar de despegarse de nuevo de John Kerry. El debate es como un anuncio de televisión de una hora y media y es la última ocasión de los dos candidatos de dirigirse a una audiencia que en el primer debate estuvo en torno a los 60 millones de espectadores aunque luego cayó algo en el segundo. Kerry, según los analistas, es ahora el que más se juega porque si falla o tiene algún desliz podría perder lo que ha recuperado, y los dos se enfrentan también a la última ocasión de hablar a los estadounidenses de otra cosa que no sea Irak, que es en contra de lo que se anticipaba, el tema central de esta campaña, en parte por cortesía de ese equipo de investigación de la CIA que escogió la semana pasada para entregar el informe final.
Hay un elemento que puede llevar el debate a Irak, en una entrevista con el N.York Times de este fin de semana el candidato demócrata dijo que su plan para la seguridad de este país pretende convertir el terrorismo en una molestia aceptable, un inconveniente de la sociedad comparable con la prostitución. Kerry quería acusar a Bush de utilizar la política del miedo, y hablar de la guerra contra el terrorismo que no es en realidad una guerra, pero escogió mal las palabras y los republicanos lo han aprovechado al máximo.
Bush lo repetirá esta noche, para él también es la oportunidad de hacer un guiño a las bases más conservadoras del partido, tiene el voto ganado pero tiene que asegurarse de que salen a votar. Kerry, en cambio, no puede hacer guiños progresistas porque en ese caso perdería a los indecisos o a los moderados. Como decía un cómico hace unos días todo aquel que no tenga decidido su voto debería perder el derecho a votar.