Las corridas de toros llegan a China
Los toros estuvieron un mes en cuarentena antes de viajar
Los matadores Guillermo Albán, José Ignacio Ramos e Iván García, ecuatoriano el primero y españoles los dos últimos, protagonizaron ayer la primera corrida de toros que se celebrará en China. Saltaron al ruedo con música de pasodoble tocada por una banda china, lidiaron tres toros mexicanos y fueron vitoreados por aficionados tocando pequeños gongs.
Fue una "Fiesta española" con características chinas, en la que sólo se lidiaron tres astados, que no murieron, después de un breve concierto de pasodobles y un espectáculo de flamenco improvisado en medio del ruedo. "Han gustado sobre todo las piruetas, el baile del torero con el animal y los momentos de riesgo", explicó a las agencias de información un espectador, para quien la corrida tuvo muy buena acogida entre los asistentes, que se emocionaron, se asustaron y disfrutaron como chavales.
Unas 8.000 personas -el 60 por ciento del aforo- se lo pasaron bien durante hora y media en el espectáculo de tauromaquia, que lograron entender gracias a un locutor que en chino, micrófono en mano, iba explicando lo que ocurría en la arena.
TOROS MEXICANOS
Los toros mexicanos, de la divisa de Mariano González, tuvieron que volar 50 horas y estar un mes en cuarentena para poder llegar a Shanghai. Actuaron con bravura ante los caballos, traídos de Hong Kong, y los tres diestros hispanos, embajadores de la Fiesta en el Imperio Celeste.
El primero en salir al ruedo, el burgalés José Ignacio Ramos Abajo, fue recibido con curiosidad e intriga por la afición china, fría en un principio y cada vez más entregada a medida que avanzaba la corrida. El ecuatoriano Guillermo Albán conquistó los corazones de los shanghaineses al coger al toro por los cuernos, lo que desató gritos de temor y múltiples risas nerviosas de unos chinos poco acostumbrados a tanta valentía y emoción.
Piruetas y pases se sucedieron en la arena donde, por último, salió el madrileño Iván García, el mejor para algunos, que disfrutó de la entrega de un público ya caliente aunque también tuvo que ver cómo alguna gente empezaba a marcharse antes de que terminara la faena.
"OOOOOOh" fue la expresión más repetida por el público, que no se atrevió a gritar "olé" pero siguió fascinado el riesgo del espectáculo conocido como "touniu jie" (festival del toro) en este país. Los pañuelos blancos salieron al final, tras explicar el locutor que eso significaba "que os ha gustado", acompañados de una ovación para los hèroes de la tarde.
Sin orejas ni rabos, porque los animales no murieron, los diestros lanzaron muletas al público, que se peleó por recogerlas, y salieron a hombros de su cuadrilla del Estadio deportivo de Yangpu, adaptado con gradas móviles para la ocasión.




