Angola, bajo el azote del virus Marburg
Se trata de una variante del Ébola, contra el que no existe una vacuna
Más de doscientas personas han muerto en Angola hasta ahora como consecuencia del virus Marburg, una variante del Ébola. La epidemia fue reconocida oficialmente el pasado 21 de marzo, y hasta el momento no hay signos de que se pueda controlar. Se contagia a través de fluidos corporales y el único modo de detener su transmisión es localizar a los infectados y aislarlos.
Miembros de la Organización Mundial de la Salud y de ONG's como Médicos Sin Fronteras desplazados hasta Angola tratan de convencer a la población de que adopte las medidas de prevención necesarias. Sin embargo, la ciencia choca con la tradición: Muchos angoleños no quieren aislar a sus seres queridos infectados, y optan además por, una vez muertos, enterrarlos según sus tradiciones, que consisten en lavar el cuerpo del muerto y besarlo para evitar la venganza de los malos espíritus.
Las autoridades militares intentan evitar la celebración de estos funerales, y ofrecen como alternativa un entierro rápido en el que son los soldados quienes se encargan de todo. La OMS cree que a diario muchos angoleños ocultan a las autoridades nuevos casos de infección y afirma que su mayor tarea en estos días consiste en ganarse la confianza de la población.
La población no coopera
Los médicos son conscientes de que si la gente no coopera, el virus seguirá extendiéndose. En el hospital de Uíge, médicos y científicos de la OMS han acondicionado una sala especial para aislar a los enfermos. Sin embargo, la pasada semana tan solo había allí dos pacientes.
No es la primera vez que el Marburg ataca en África, aunque nunca lo había hecho con tanta virulencia como ahora. No existe vacuna alguna contra este virus. En Angola está matando a nueve de cada diez infectados, lo que eleva a 244 el número de personas que han muerto en este país hasta ahora.
Falta de tratamientos adecuados
El cementerio de Uíge tiene ya una sección especial para las víctimas del Marburg. Muchos enfermos probablemente sobrevivirían si pudieran acceder a la clase de tratamiento intensivo que es capaz de ofrecer cualquier país europeo. Como prueba, la única vez que se ha detectado este virus fuera de África fue en el año 1967, en Alemania y Yugoslavia. El porcentaje de muertes fue del 23%. Pero en un país como Angola, donde uno de cada cuatro niños muere antes de los cinco años, donde la mayor parte de la población no dispone de agua corriente ni disfruta de condiciones sanitarias básicas, todo es diferente.




