Felipe González dice que no le gusta el Estatut, pero insta a evitar enfrentamientos
El ex presidente afirma que la unidad de España "no está en peligro"
El ex presidente del Gobierno Felipe González opinó hoy por primera vez de la propuesta de modificación del Estatuto de Cataluña para decir que no le gusta la redacción aprobada en el Parlamento catalán, aunque hizo un llamamiento a los líderes políticos en activo para que eviten cualquier "atisbo" de enfrentamiento entre Comunidades Autónomas.
En primer lugar, dejó claro que la unidad de España no está en peligro. "Lo que puede estar en riesgo, si se hace mal, es una vertebración eficiente del espacio público que compartimos para que sean más fuertes las Comunidades, que son parte, y más fuerte todo, que es el Gobierno central representando al conjunto de los españoles", afirmó al término de su intervención en el I Encuentro de la Fundación Atman sobre diálogo entre culturas y civilizaciones.
"La propuesta de Estatuto no me parece buena, por tanto no me gusta, pero la considero una propuesta. Y aprecio que haya habido claramente una disposición a pasar lógicamente por el trámite institucional del Parlamento y los que fuera necesario", dijo a continuación. Por lo tanto, hizo hincapié en que hay que "esperar y evitar, por favor, la confrontación con descalificaciones" entre Comunidades Autónomas. En ese sentido, dijo que los políticos "tienen una enorme responsabilidad sobre los estados ánimos de los ciudadanos".
Confesionalismo y laicismo
Por otro lado, González pidió que se excluyan los calificativos religiosos de la violencia terroristas por ser "desproporcionado e injusto" hablar, por ejemplo, de terrorismo islámico. También señaló que el fundamento de la democracia es la ciudadanía y que, por tanto, hay que evitar tanto el confesionalismo como actividad militante como el laicismo como actitud militante y excluyente.
" Lo que me preocupa de un Estado que se declara religioso es que la interpretación que se haga de la ciudadanía sea discriminatoria para la libertad de creencias de los ciudadanos, que favorezca la pertenencia a un credo religioso o imponga como normativa ciudadana las características específicas de ese credo religioso excluyendo a las otras", manifestó.
En su opinión, si el poder del Estado emana de la libre expresión de la ciudadanía, "desde luego es difícil que coincida con alguno de los poderes terrenales que vivimos con un mandato divino, más bien ninguno". Así, dejó claro que la religión es un asunto personal y privado, de relación entre la persona y Dios.
González: "La unidad de España no está en peligro"
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