El Espanyol gana al Dépor 2-1 en la ida de las semifinales de Copa

En un choque vibrante que hizo justicia al viejo prestigio de la Copa del Rey, el Espanyol tomó ventaja en la semifinal gracias a un postrero gol del ex deportivista Walter Pandiani que premió la fe del conjunto catalán y obligará al Deportivo a multiplicar esfuerzos en el choque de vuelta.

Sólo a través del hechizo que genera una final de Copa se puede explicar un encuentro tan intenso y exigente. En Montjuic hubo de todo; goles, polémica arbitral, una expulsión y especialmente, una remontada muy sudada a cargo del Espanyol frente a un Deportivo que se fue desinflando con el paso de los minutos.

Marcado por una decisión arbitral, el partido cambió en el tercer minuto de partido. Aún estaban tanteándose ambos equipos cuando Medina Cantalejo castigó con penalti una caída de Arizmendi ante Lopo. Era la primera falta del partido, pero el colegiado no dudó y se fue directo hacia los once metros.

La pena máxima, transformada en gol por Rubén Castro, indignó a la grada, espoleó al Espanyol y sosegó al Deportivo. Los planes previos se habían quedado en papel mojado y el partido empezaba de nuevo.

Con una ventaja tan tempranera como inesperada, el equipo gallego respiró aliviado. Tuvo que ponerse manos a la obra para frenar las acometidas del Espanyol, rabiado con la decisión de Medina, pero eso no supuso problema alguno para el equipo de Caparrós, preparado a golpe de músculo.

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El Espanyol vio el partido tan cuesta arriba que se dedicó a apretar el acelerador. Lo hizo con mérito, entregado a la causa, animado por un público enérgico y dirigido por un Lotina más empeñado en asediar al cuarto árbitro que en ordenar sus piezas, pero le faltó el acierto necesario para igualar la balanza.

Entretanto, el Deportivo cumplió a la perfección el nuevo guión del partido: con un gol a favor, nada mejor que atrincherarse bien, controlar el centro del campo con un par de pivotes contundentes y encomendarse a la movilidad de dos delanteros hambrientos, pero muy distintos.

Por un lado, Arizmendi, muy hábil en el cuerpo a cuerpo como demostró en la jugada del penalti, y por otro, Rubén Castro, el autor del gol deportivista, un rápido buscavidas.

No encontró su camino el Espanyol, pasado de vueltas, pendiente de protestar cada decisión del árbitro, aunque es cierto que aplicó la teoría con pulcritud. Buscó las bandas, aparecieron Juanfran y Jofre, y Pandiani se fajó en cada acción, pero el uruguayo sólo dispuso de una ocasión, al filo del descanso, cuando envió al palo un balón servido por Juanfran.

Como en un calco de la primera parte, también Medina Cantalejo acaparó el protagonismo en la reanudación. Señaló otro penalti, esta vez a favor del Espanyol, pero también muy discutido, por unas manos de Andrade en el área deportivista, y el partido volvió a cambiar de signo: Luis García transformó la pena máxima y las fuerzas se igualaron.

Más aún cuando Coloccini se borró del partido en una jugada irrelevante. Saltó a por la pelota, pero aprovechó el viaje a las alturas para patear a Jofre y ver la tarjeta roja.

Parecía que el Depor iba a quebrarse por la mitad, pero Caparrós supo apuntalar su espina dorsal sacrificando a un delantero y dando entrada a Sergio en la medular. El conjunto gallego perdió presencia ofensiva, pero al menos mantuvo su esqueleto original.

No le quedó más remedio para contener el empuje del Espanyol. Crecido después del empate, multiplicado cuando De la Peña entró en el campo, reclamado como siempre por la grada, el bloque de Lotina asedió al Deportivo, atacó por una y otra banda y le puso toda la fe del mundo.

Y cuando Montjuic ya calculaba los números del partido de vuelta, a De la Peña se le encendió la luz. Rebañó un balón muy cerca de la frontal y lo colocó de manera inverosímil entre la tela de araña que formaban los zagueros del Depor. Tras un rechace, la pelota cayó en los pies de Pandiani, que no tuvo piedad de su ex equipo.

Marcó el 2-1 y no lo celebró, pero la grada de Montjuic se lo agradeció en una explosión de locura colectiva.

El Espanyol se puso por delante en la eliminatoria y el Deportivo se resignó a recuperar el terreno perdido en los 90 minutos de Riazor.