El Real Madrid mantiene la racha ante el Alavés (3-0)

La simbiosis entre la afición y el equipo se volvió a dar en el Santiago Bernabéu, sin la escandalera del espíritu Juanito, en una noche lluviosa pero feliz para el madridismo: otra victoria y el regreso de Raúl.

Como si fuera la continuación del duelo copero ante el Zaragoza, el Madrid salió dispuesto a dar lo mejor desde el primer suspiro. Y vaya si lo hizo. A los 6 minutos ya mandaba por un buen gol de Guti tras asistencia de Robinho, una pareja letal. Y cinco más tarde, prácticamente la sentencia del choque, más que nada porque la debilidad del engendro táctico armado por Piterman, ese dictador que juega a entrenador y no sabe de esto como pasa con los presidentes de los clubes de fútbol. Ya se apuntaba, pues, a que no iba a existir milagro alavesista. Y que el Madrid mandaría a Piterman a la luna.

Pero conviene recapitular y escribir del 2-0. Fue, quizás, el gol de la jornada. Pase a lo Laudrup picado de Guti con extremo mimo hacia 'la Bestia' Baptista, que en una chilena de enjundia envió el balón al palo derecho del tal Constanzo, más nervioso que un OT en la cola del 'casting'. El rechace, porque ahora hasta los rechaces acompañan, lo rebañó Robinho para seguir anotando y recibiendo el cariño de la afición.

Con todo hecho, dos goles en el arranque, el encuentro no cambió. Mandaba un Madrid en el que no desentonaba ni Diogo como mediocentro. Tampoco varió la mala suerte de Baptista ante el gol, su debe. Constanzo, ahora sí, le sacó dos disparos lejanos consecutivos (18' y 20'). Guti, entre tarascada y tarascada (como la amarilla de Sarriegi), tiraba de repertorio de lujo, con espuelas y detalles que enardecieron al público. La verdad es que hizo honor al 14, un número en el fútbol mundial que pertenece a Johan Cruyff. El Alavés sólo se significó en ataque (y eso que Piterman sacó un tridente más el apoyo de De Lucas desde la medular) en un cabezazo de Aloisi que atajó el inédito Casillas (35').

La segunda parte tuvo más que ver con el Arsenal que con el Alavés. Si López Caro dejó claro con su once titular que, por ejemplo, Cicinho -reservado- le ha quitado el puesto a Míchel Salgado, también hubo movimientos que confirmaron el estado de ánimo del público con según qué jugadores. Ronaldo, que la verdad no tuvo presencia en el encuentro, fue sustituido bajo una fina pero significativa lluvia de abucheos. No fue aquél que debutó como galáctico ante el mismo rival con dos goles. Entró Cassano, al que se le quiere en el Bernabéu por un efecto mimético extraño que recuerda al que se le tiene a Maxi López en el Camp Nou. La vida de la mente, que es así de libre.

Únete al canal de WhatsApp de la SER

También se emocionó el respetable con la vuelta de Raúl, en lugar de Baptista. Señal inequívoca de que el brasileño no estará como titular -en principio, claro- frente al Arsenal.

El Madrid estaba tan cómodo que hasta entró por Beckham el brasileño Cicinho, el último ídolo. Cassano, que se esfuerza, tuvo dos ocasiones anuladas por fuera de juego y le dio el gol al lateral brasileño, que nadó en el área del Alavés con la plasticidad de Gemma Mengual. Sólo faltó el gol de Raúl, que llegó el tiempo extra pero se lo quitaron por inexistente fuera de juego.

No pasó nada. 3-0 y a meditar. El Arsenal tampoco no es tanta cosa. Y el himno de la Champions es la cara B del 'single' de la música del Madrid.