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FÚTBOL / MUNDIAL DE ALEMANIA

Brasil, a cuartos tras vencer a Ghana 3-0 que mereció más

Se enfrentará a Francia que eliminó a España en octavos

Ghana dominó el juego, tuvo más tiempo el balón y remató a puerta más veces que Brasil, pero decidió la mayor pegada y talento de las estrellas brasileñas. El próximo compromiso de los cariocas será Francia en cuartos de final, una repetición de la final del Mundial de 1998.

Ronaldo se convirtió el máximo goleador de la historia de los Mundiales en un partido más en el que Brasil no termina de mostrar todo su potencial. Ahora, Francia o España en cuartos de final

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Todos esperábamos mucho más de este Brasil plagado de estrellas, de jugadores maravillosos, puede que irrepetibles. Su paso por la primera fase había dejado insatisfacción general, o ¿se puede entender que un equipo con jugadores como Kaká, Ronaldinho o Ronaldo, por nombrar sólo a tres, tenga dificultades para resolver los partidos?

Brasil siempre es favorito, se enfrente a quien se enfrente; cinco estrellas en la camiseta pesan lo suyo, tantos trofeos individuales y colectivos, tantos halagos, tanta historia. Y enfrente, en octavos, Ghana, todo músculo y velocidad. Inferiores, si, puede, pero no se lo iban a poner fácil, aunque Essien, su estrella, sancionado, tuviera que ver el partido desde la grada.

Ronaldinho comenzó tocando la pelota más que nadie, todos sus compañeros le buscaban, como si hubieran estado esperando a que llegase el campeonato de verdad para darle juego, por que hasta ahora la estrella del Barça había permanecido en la sombra, casi inédito.

Cuando parecía que el actual balón de oro se iba a encargar de engrasar la apisonadora carioca, de protagonizar por fin un partido en este Mundial, apareció otro que también fue balón de oro, otra estrella, bien conocida, con kilos de más, dicen. En fin, Ronaldo. Y gol. A los cuatro minutos. La misma jugada que tantas veces hemos visto. Imparable, colosal en el mano a mano. Aprovechándose de un error de la defensa africana, que tiró el fuera de juego muy mal, tan mal que convirtió a Ronaldo en el máximo goleador de la historia de los Mundiales.

Pudo marcar enseguida el segundo Brasil, pero Adriano, torpe y egoísta, no quiso combinar con Ronaldo, que estaba sólo, y acabó tirándose aparatosamente al suelo sin que el árbitro, el experimentado Lubos Michel, se creyera el teatro y pitase penalti. Muy mal el delantero del Inter, antepuso su interés personal al del equipo. Eso no se hace.

Había que ver la reacción de Ghana, porque no es lo mismo aguantar bien pertrechado atrás a Brasil y luego intentar sorprender con alguna contra, que jugarle a la canarinha al ataque, adelantar líneas, buscar la remontada a cara descubierta. Pero ilusión no le faltaba al cuadro de Ratomir Dujkovic, que apretó los dientes y buscó el gol confiado en su impresionante capacidad física para cerrar con rapidez las aperturas cariocas, la zancada de Kaká, el despliegue de Ronaldinho, los desmarques de Ronaldo y Adriano. Y tuvo oportunidades, algunas claras, sobre todo Amoah, que lo intentó cada vez que pisó el área de Dida.

Tanto empujaba Ghana que estaba teniendo más protagonismo el segundo nivel de Brasil, esto es, los Emerson, Ze Roberto, Lucio y Juan, que tenían que trabajar a destajo para detener a los impetuosos ghaneses; al final del primer tiempo tuvo Ghana la gran ocasión para empatar con un cabezazo a bocajarro de Gyan que cayó en la manos de Dida y una falta cerca del borde del área que Appiah mandó por encima del marco brasilero. Daba gusto ver al cuadro africano, pero como había demostrado en la primera fase, tiene problemas para materializar su intenso juego de ataque.

Pero la pegada es la pegada, la camiseta es la camiseta y a pesar de que Ghana había rematado hasta diez veces en la portería de Dida, en el tercer disparo a puerta de Brasil, gol de Adriano; una jugada avalancha del la delantera brasileña que se cogió a contrapié a la defensa africana en un más que probable fuera de juego. Punto y final.

Cuestión de pegada

Ghana no cejó en su intento, no daba el partido por concluido, parecía darle igual el número de goles que Brasil pudiera marcarle a la contra; decidió asumir riesgos y mirar hacia delante. Loable actitud. Ilusionante propuesta. Poca recompensa para tanto esfuerzo.

Los jugadores de Dujkovic estaban realizando un gran despliegue físico y llegaban con relativa facilidad hasta el área de Dida, pero cada vez que Ronaldinho o Kaká se hacían con la bola en la zona central se encontraban con un páramo ante sí, un páramo por el que correteaba sin marca Ronaldo. Qué más se puede decir; hasta Roberto Carlos pudo marcar en una arrancada de las suyas que terminó en el cuerpo de Klingston.

Iba por delante Ghana, en remates, algunos sin peligro, otros, atajados por el largísimo Dida, muy seguro durante toda la tarde; en el minuto setenta el equipo africano ya sumaba diecisiete remates a portería. Brasil, con cinco en total, había marcado dos goles y no parecía necesitar demasiadas oportunidades para sumar de nuevo.

Assamoah Gyan, el futbolista más peligroso de Ghana, estaba mereciendo algún gol, por su insitencia y habilidad, pero el único premio que recibió fue la expulsión tras simular un penalti. Con uno menos, con el inexorable peso del cansancio sobre los hombros, los últimos minutos fueron un verdadero suplicio para Ghana.

Marcó Ze Roberto, un gol como los dos anteriores; balón al hueco, espacio libre, la defensa de Ghana lejos de su portería y sencillo mano a mano.

 
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