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El Barça, campeón de la Copa del Rey de baloncesto tras ganar al Madrid 69-53

El Barcelona capturó la Copa del Rey en un monólogo de veinte minutos y una pequeña conversación de otros tantos ante el Real Madrid, que pagó la factura de un partido con tremendo desgaste físico en semifinales y una excelente defensa azulgrana.

La Copa y la Minicopa. La grande y la pequeña. La primera sin derramar una gota de sudor. La segunda, en el único derbi del día (67-72). Las dos rumbo al Palau Blaugrana. Así ha terminado el reparto de títulos en Málaga 2007. Con el trofeo ACB y el infantil en manos del Barcelona. En el campeonato profesional y en el de chavales. En ambos casos, el Madrid cayó derrotado.

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En el choque ''de verdad'' no hubo color. Vamos, por no haber no hubo ni final. El Madrid sufrió un apagón absoluto. Se le fundieron los plomos en la semifinal contra el Tau. El esfuerzo del día anterior y, ante todo, una defensa de libro del equipo dirigido por el montenegrino Dusko Ivanovic, dejaron a los blancos en tinieblas.

El Barcelona ganó el título habiendo jugado sólo media final. En los dos primeros cuartos no hubo partido. El Madrid no compareció.

Fue una sombra de si mismo. El dominio azulgrana hasta el descanso recordó, por la forma en que se produjo, al de la selección española en el pasado Mundial de Japón 2006 contra Grecia. El cuadro ''culé'' jugó toda la primera parte al estilo de los ''Golden Boys'' (chicos de oro) de José Vicente Hernández.

Los que dicen que en el baloncesto moderno se gana desde la defensa pueden utilizar el vídeo del partido para avalar su teoría.

Dusko Ivanovic, cuestionado por el irregular principio de temporada de su equipo, que llegó hasta Málaga con enorme sufrimiento, regresa a la Ciudad Condal con el primer título de campeón desde que aterrizó en el banquillo, en la temporada 2005-06. En gran medida, gracias a la excelente defensa que practica el Barcelona.

Los hombres de Ivanovic contaron con la colaboración inestimable de un rival muy tocado físicamente por el desgaste sufrido en una rocosa semifinal ante el Tau. El Madrid, desfondado, recibió un durísimo castigo en el primer cuarto (5-21). En el segundo, moribundo, cegado ante el aro, recurrió a la casta para, por lo menos, dejar de encajar puntos de manera sistemática. Gracias a eso, empató el parcial del periodo (10-10), pero sin abandonar el encefalograma plano.

Las defensas combinadas del Barca, que ejecuta la zona con precisión de cirujano, dejaron a los blancos en cinco pírricos puntos en los diez primeros minutos. Dicho de otro modo, redujeron el caudal ofensivo del máximo anotador de la Liga ACB, con más de 86 puntos de media por encuentro, a menos de media docena de tantos.

Los números madridistas causaban pavor: uno de nueve de dos y cero de ocho de tres en el primer cuarto. En el descanso tampoco invitaban al optimismo -cuatro de dieciséis y uno de quince-. El primer triple del encuentro lo transformó Louis Bullock a 1:22 minutos para el intermedio.

Por si la situación no revestía tintes suficientemente dramáticos, Raúl López cometió la tercera a los quince minutos. Por otro lado, Fran Vázquez aportó una buena pizca del tremendo potencial que guarda y dotó de mayor consistencia interior al Barca, aunque el rebote de ataque fue lo mejor del equipo madridista en todo momento. Claro, para que los rebotes ofensivos sirvan de algo hay que anotar las opciones extra que proporcionan y, el Madrid no olía el aro. Ni siquiera Bullock.

Lo que nadie puede discutir a los blancos es el coraje y el carácter. Después del naufragio del primer tiempo, volvieron a la pista para echar el resto. Sin condiciones. A por todas. No cayeron en la tentación de rendirse. Que era lo fácil. Por categoría deportiva y porque, en definitiva, el Madrid también defiende a gran nivel y peor no podía marcharle en ataque. La mejoría parecía obligada.

Los blancos volvieron para luchar por el partido hasta el final.

Dieron vida a una final que no había existido. Aunque sólo valiese para engordar, que ni siquiera para morir en la orilla, hay que reconocerles el mérito.

Del mismo modo, hay que darle todo el crédito a un Barcelona que aterrizó en Málaga de puntillas y que se ha vuelto a casa con el trofeo en la maleta. Ha sido un justo y merecido campeón. Ha sido, en una palabra, el mejor equipo de la Copa 2007.

Hace seis años también ganó el título el Barca. Entonces, el partido fue titánico (80-77) y lo decantó el mayor talento moderno del baloncesto nacional, Pau Gasol. El alero de Memphis firmó veintiséis puntos. Alberto Herreros, veinticinco. Al Madrid le habría venido de lujo alguien tan inspirado como el hoy directivo estuvo aquella tarde.

 
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