El Milán acecha al Real Madrid
Tras una final fea y táctica el Milán consiguió su séptimo título, persiguiendo el sueño de su dueño de alcanzar al Real Madrid. Es también la quinta corona de Paolo Maldini, que a sus 39 años se erige en leyenda, rodeado por el equipo más veterano en llegar a campeón (una media de 31 años). Enfrente, el Liverpool pierde su segunda final tras la de Heysel, y Benítez se queda sin su segunda Champions.
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En un recinto que le sonríe, el estadio Olímpico de Atenas, el Milán escribe con letras de oro su nombre en el cuadro de Honor de la Champions. Ya tiene siete. Más cerca del Real Madrid, aunque si hacemos caso a las estadísticas, tendrá que esperar para igualarle porque nunca un equipo ha repetido título con el nuevo formato.
Para los amantes de los números, además, el fútbol italiano iguala en campeonatos conseguidos al español (11). De todos esos con bandera transalpina, cinco de ellos guardaban en su alineación a Paolo Maldini, un futbolista legendario, ejemplar, gigantesco dentro y fuera del terreno de juego, que ha levantado en Atenas su quinta Copa de Europa, a sus 39 años. Le queda una para igualar a Gento, lo cual es tarea difícil, pero no imposible para un hombre que ha tirado todos los muros y al que le queda todavía un año de contrato.
Así hay que analizar la final de la Champions, tirando de las cifras, porque de fútbol hubo muy poco. Casi nada. Kaká apareció, eso sí, para darle el segundo gol a Inzaghi con un pase para enmarcar. Lo demás, casi todo por lo menos, fue músculo, ladridos y empuje. Esta vez la táctica, tan importante y decisiva para Benítez en otras noches, le falló al técnico español.
Su primer cambio, con el 1-0 en contra, fue meter al australiano Kewell, que había jugado dos partidos en mayo después de estar parado diez meses por lesión, en sustitución de Zenden, que no aportó nada. Y Crouch en el banquillo, y esperando para saltar, lo que no hizo hasta el minuto 77. Gerrard anduvo perdido en su posición de media punta (cosa extraña), y el doble pivote hispano-argentino funcionó como dique pero no como surtidor.
Así las cosas, el Milán aprendió de los errores del pasado y marcó dos goles de esos que llaman psicológicos, en el umbral del descanso y en la recta final del partido. A la italiana, con la calculadora echando humo. Si el gol de Kuyt hubiera llegado antes, probablemente hubiéramos visto más partido, pero no hubo tiempo para mucho más, y por si acaso Herbert Fandel pitó medio minuto antes de lo que había previsto en un principio.
Y la Champions se acabó. Empezó con el Barça de gallito, y acabó reviviendo una final histórica, que nos malacostumbró para lo que vimos este miércoles, 23 de mayo, en Atenas. Por el camino, el Real Madrid siguió arrastrando su sequía, el Valencia acarició de nuevo su presencia entre los elegidos y Osasuna cayó en la cuneta por culpa de un gol cruel en una injusta previa.
Eso de los españoles. Del resto, el favorito sin corona fue el Manchester United, el que mejor fútbol desplegó durante la mayoría del torneo. De los 32 presentes en la fase final, el gran ausente fue el Ájax, que se dejó sorprender por el Copenhague danés. A estas alturas, el equipo entrenado por Ten Cate está peleando en su ring por el derecho a meterse en la próxima edición del torneo. Sería una buena noticia para una Copa a la que le faltará el Bayern, que jugará la UEFA. Y a partir de ahora, a esperar. Porque con el título del Milán se pone el broche de oro a la Champions. Volverá en julio, con la previa, pero hasta entonces, la echaremos de menos.