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RECTA FINAL | FÚTBOL

La 'peineta' de Capello y el puñetazo de Rijkaard protagonizaron la ida ante el Zaragoza y el Espanyol

Cuatro meses después, el Madrid puede proclamarse campeón de Liga tras una temporada llena de tropiezos

Madrid

Decir que el fútbol es impredecible no es desvelar ningún enigma, pero pocos seguidores del Real Madrid habrían vaticinado hace cuatro meses un final de Liga tan apasionante como éste. El Madrid quiere ganarse el cielo tras haber pasado por el infierno y el purgatorio, donde ahora están alojados los hombres de Rijkaard.

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Real Madrid y Barcelona vivirán la penúltima jornada con el recuerdo, dulce para algunos y amargo para otros, de la jornada 18. Una semana que quedará, sin duda, por mucho tiempo en la memoria de culés y madridistas. Nadie entonces podía adivinar que la victoria del Madrid por la mínima (sólo habían cosechado cuatro victorias en casa), la derrota del Barça en Montjuic (3-1), las 'peinetas' de Capello a los aficionados del Bernabéu y el mutilado banquillo que dejó Rijkaard con la llegada del tercer tanto, serían los reflejos de la penúltima jornada.

Pero las anécdotas de aquel 14 de enero no quedaron en la actuación de jugadores y técnicos. El sector blaugrana que presenciaba el partido en la grada de 'los pajaritos' comenzaba a recelar de su equipo, exigiéndole un rendimiento impropio de aquel 'once' que dominaba tres competiciones. La prensa deportiva aprovechó también la coyuntura, y se cebó con el tropiezo de Ronaldinho y compañía, iniciando una campaña de acoso y derribo que apuntaba a la decadencia de un ciclo.

El triunfo del combinado de Capello en el coliseo blanco, con Raúl lesionado, tampoco sirvió para apagar fuegos, aunque sí para salvar el divorcio con la afición. El Madrid estuvo fresco ante los maños; jugó desahogado al principio, con mucho toque y táctica, y con apuros al final, casi mordiéndose las uñas. Y de telón de fondo, las negociaciones ocultas de David Beckham con Los Angeles Galaxy. El inglés se aseguraba la titularidad en Estados Unidos, pero la perdería en España durante algo más de un mes.

Por otro lado, Sevilla, siempre a la zaga del líder, se colocaba primero en la tabla, aunque por poco tiempo. Los de Juande, más cómodos en la retaguardia de la clasificación, sólo se mantuvieron tres semanas en el lugar de los campeones, para devolver el testigo al equipo que preside Laporta a la jornada siguiente. El Madrid, con 35 puntos, se aferraba de incógnito a la tercera plaza a un solo punto del FC Barcelona, y confirmaba el nuevo espíritu que le llevaría a la cabeza.

Cuatro meses más tarde, las tornas han cambiado, y hay sueños de todo tipo. El equipo de la Cibeles, con cantar el alirón este fin de semana; los barcelonistas, con que Milito siembre el pánico en la Romareda, y el Sevilla, con un golpe de fortuna que le coloque líder (tendrían que perder Madrid y Barcelona) y anime a Del Nido a ensalzar el espíritu de la Giralda. Lo que sí es una certeza es que el Real Madrid es el único que puede ser campeón a falta de una jornada. Todo dependerá de lo que hagan en el feudo zaragocista.

 
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