Muere el inmigrante que se quemó a lo bonzo en Castellón
El pasado día 4 se prendió fuego para reclamar ayudas económicas para poder regresar con su familia a Rumanía
El hombre de nacionalidad rumana que se prendió fuego "a lo bonzo" frente al edificio de la Subdelegación del Gobierno en Castellón ha fallecido, quince días después de realizar esta acción para protestar por la situación económica en la que se encontraba su familia en España. Fuentes de la Conselleria de Bienestar Social informaron de que a principios de esta semana regresaron a Rumanía la mujer y los dos hijos del ciudadano rumano, con los que se pondrán en contacto para comunicarles el fallecimiento.
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Las fuentes indicaron que en el caso de que la familia quiera repatriar el cadáver son la Embajada de Rumanía en España y la Delegación del Gobierno en la Comunitat Valenciana las competentes en este tema.
El inmigrante rumano, de 44 años, se roció con la gasolina que portaba en una botella de agua y se prendió fuego con un mechero ante su mujer y sus dos hijos, a pesar de que intentaron disuadirle de su intención. El herido, que sufrió quemaduras en el setenta por ciento de su cuerpo, fue llevado en ambulancia al Hospital de Castellón, pero debido a la gravedad de su estado fue trasladado al Hospital La Fe de Valencia, donde quedó ingresado en la Unidad de Grandes Quemados.
Aunque se mantuvo estable durante una semana, el 11 de septiembre su estado empeoró, precisó de respiración asistida y entró en estado crítico, en el que ha permanecido hasta su fallecimiento hoy, según fuentes sanitarias. Sus familiares se desplazaron el mismo día del suceso, por iniciativa de los Servicios Territoriales de Bienestar Social, al centro de acogida "Nuevo Futuro" de Valencia, para estar más cerca del herido.
Demasiado tarde
El ciudadano rumano, que se prendió fuego en protesta por su estado precario, llegó a España con una promesa de trabajo que resultó ser falsa y tuvo que sobrevivir durante tres meses, junto a su mujer y sus dos hijos, con la venta callejera de refrescos y chatarra.
Su hija Isabella, aseguró que su padre estaba "desesperado" por la situación que atravesaban en España y que su familia quería regresar a Rumanía, por lo que necesitaban cerca de 400 euros para pagar los billetes, dinero que se comprometieron a devolver. Isabella aseguró que si la Policía Local de Castellón y los servicios sociales les hubieran ayudado "esto no hubiera pasado. Todo Castellón nos engañó y no teníamos otra solución".
Cuatro días después de su acción de protesta, Sebastián Oliva Ruiz-Díaz, dueño de la empresa CleanBird, situada en Quintanar de la Orden (Toledo) y dedicada al acondicionamiento de entornos públicos y privados, le hizo un ofrecimiento de trabajo. También ofreció al inmigrante rumano y a su familia todo el apoyo y la ayuda que necesitaran para su regularización legal, con el fin de que pudieran trabajar en su empresa.