La falta de consenso para reformar la ley electoral precipita a Italia hacia las elecciones
Berlusconi reafirma su intención de ir a las urnas y niega su apoyo a un Gobierno interino para reformar la ley electoral
El presidente del Senado, Franco Marini, informó hoy al presidente de la República, Giorgio Napolitano, sobre la inexistencia del consenso político necesario para sacar adelante un gobierno interino que sea capaz de reformar la ley electoral antes de llevar al país a las urnas. Ante este panorama, Italia se precipita hacia la celebración inmediata de elecciones anticipadas en abril.
Marini informó a los periodistas tras entrevistarse con el jefe del Estado a quien dio cuenta del encargo que le confió la semana pasada para que verificara las posibilidades de modificar la ley a través de un ejecutivo provisional.
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El presidente del Senado, que depositó el encargo "con mucho pesar", constató que no existe "una mayoría significativa" para reformar la ley, a pesar de que la gran mayoría de las fuerzas políticas admiten que "es necesario cambiar la ley vigente", advirtió.
Una ley imperfecta
El principal defecto que se achaca a la norma electoral actual es su incapacidad para dar estabilidad a los Gobiernos, al favorecer la proliferación de partidos pequeños, que pueden entrar en el Parlamento a pesar de reunir un bajo porcentaje de votos. De hecho, este es el problema que ha originado la rápida caída de Romano Prodi, cuyo Gobierno ha vivido al borde de la crisis desde el primer momento y no ha logrado sobrevivir ni siquiera dos años.
Por esta razón, tras la dimisión de Prodi, Napolitano prefirió quemar todos los cartuchos a favor de la reforma en lugar de disolver las Cámaras y convocar elecciones anticipadas, que es lo que pedía con insistencia el centro-derecha.
Referendum: Única esperanza
Ahora, ante el intento fallido de formar un gobierno de transición para las reformas, la única alternativa que queda para quienes quieren ir a las urnas con una ley nueva es la convocatoria del referéndum para modificarla.
Esta iniciativa popular, que cuenta con el apoyo de 821.000 firmas y cuya constitucionalidad fue aprobada el pasado 16 de enero, busca atribuir el premio de mayoría al partido que obtenga más votos y no a la coalición que gana las elecciones, tal y como prevé el actual sistema. Su objetivo es reforzar a los partidos grandes y reducir la posibilidad de que entren en el Parlamento los denominados "micropartidos".
De hecho, el consejo de ministros en funciones decidirá mañana mismo la fecha en que debería realizarse el referéndum, entre los próximos 15 de abril y 15 de junio. No obstante, si Napolitano decide finalmente disolver las Cámaras, la consulta no se podrá realizar hasta 2009.
Berlusconi quiere elecciones
La postura que ha obstruido en mayor grado el camino trazado por Napolitano ha sido la del líder del centro-derecha, Silvio Berlusconi, quien volvió a reafirmar su rechazo a la reforma, insistiendo en la necesidad de llevar el país a las urnas cuanto antes.
"Hemos confirmado al presidente Marini lo mismo que ya expusimos al jefe del Estado", manifestó ''Il Cavaliere'', ya que la única alternativa posible para afrontar "los graves problemas" de Italia es "darle en seguida un Gobierno legitimado por el voto popular", explicó.
El encuentro entre Marini y Berlusconi era considerado clave para la resolución de la crisis, dada la imposibilidad de consensuar una ley electoral sin el apoyo del mayor partido de la oposición.
Desde el primer momento, la coalición de centro-derecha se mostró compacta y unida a la hora de pedir elecciones anticipadas y rechazar la modificación previa de la ley, teniendo en cuenta los resultados de las encuestas, que tras la caída del Gobierno Prodi, juegan claramente a su favor. El mismo Belusconi refirió hoy que, según los últimos sondeos, la ventaja actual del centro-derecha con respecto al centro-izquierda oscilaría entre el 10 y el 16%.
Durante su comparecencia ante los medios, ''Il Cavaliere'' también rechazó la posibilidad de convocar el referéndum sobre la ley electoral antes de la celebración de los nuevos comicios, opción que catalogó como "inútil, incomprensible y una dañosa pérdida de tiempo".