El lechazo no engorda las cuentas del campo

El lechazo multiplica tres veces su precio desde que sale de una explotación ganadera hasta que entra en una casa para ser horneado. Este incremento no ingresa en las cuentas de los ganaderos, de las que sí sale más dinero para afrontar la carestía de los piensos. Gastan más y ganan menos. Se calcula que un millón de hombres y mujeres intentan vivir con mayor o menor fortuna del campo en España. Hoy por Hoy ha mostrado la cara y la cruz de esta profesión, que augura una crisis general del sector.

Hoy a las 12.00 del mediodía ha habido concentraciones en diferentes provincias de Castilla y León para protestar por esta situación. Los últimos meses han supuesto una auténtica ruina, según ha informado Eva Marín. Buscan un objetivo, trasladar a la opinión pública la grave crisis que atraviesa el sector ganadero con 35.000 explotaciones en peligro en Castilla y León y unas cifras de pérdidas que los sindicatos agrarios sitúan cercanas a los 500 millones de euros.

Por poner un ejemplo. Hay enormes diferencias entre lo que recibe el ganadero y lo que paga el consumidor. A la hora de comprar un lechazo, la cantidad a pagar puede llegar a multiplicarse por tres o por cuatro. Todo se complica más si hablamos de leche de ovino. Los ganaderos aseguran que, al haber sólo dos empresas intermediarias, se aprovechan a la hora de poner los precios.

Aunque hay un compromiso de la administración regional y central para gestionar las ayudas, éstas no han llegado y por eso ahora se multiplican las protestas. A todo esto se suma la subida en el precio de los piensos, lo que complica aún más la situación de los ganaderos. Gastan más para recibir menos.

Toñi Fernández ha recogido algunas historias del campo para Hoy por Hoy. Germán heredó la pasión y el oficio del campo, pero ahora, con 46 años, está a punto de tirar la toalla. "Si esto sigue así, hay que dejarlo, una empresa ruinosa no puede aguantar más", se lamenta. La empresa ruinosa la forman 3000 ovejas cuya leche se vende demasiado barata, igual que su carne, si se compara con lo que cuesta el precio del pienso con el que se las alimenta.

A eso hay que sumarle miles de horas. Jornadas que comienzan a las 8 de la mañana y caducan pasadas las once de la noche. Cada día, siempre sin excepción. "Yo no libro ningún día", asegura. Germán se ha dado un ultimatum. Si en 12 meses esto no se arregla, mandará sus ovejas al matadero. "Ahora mismo no hay quien comprelas compre", sentencia. Ese vacío se siente en los rincones de Palencia, a donde pertenece Germán. "Como yo, muchos del sector no van a poder aguantar esta crisis del sector", aventura.