El asesino del rol saldrá a la calle los fines de semana
Hace unos meses se le denegó el tercer grado por la gravedad del asesinato. Mató a un hombre asestándole 19 puñaladas
La Audiencia Provincial de Madrid ha concedido el tercer grado penitenciario a Javier Rosado, conocido como el asesino del rol, a quien se condenó en 1994 a 42 años de prisión por asestar 19 puñaladas, siguiendo las normas de un juego de mesa que autodenominó Razas, a Carlos Moreno, un empleado de la limpieza de 52 años que esperaba el autobús para ir a trabajar en el barrio madrileño de Manoteras.
La concesión del tercer grado implica que Rosado, de 34 años, podrá disfrutar en los próximos días de permisos de salida de fin de semana. El asesino del rol ha permanecido 14 años en la cárcel de Soto del Real, lo que supone las tres cuartas partes de la condena que se le impuso por delitos de asesinato, robo y conspiración para otro asesinato.
En un auto, la Sección Quinta de la Audiencia madrileña estima el recurso de apelación interpuesto por el asesino del rol contra la decisión del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria número 2 de Madrid, que le denegó en enero y en abril de 2007 la concesión del último grado penitenciario. Rosado recurrió a este Juzgado después de que la Dirección General de Instituciones Penitenciarios se negara a darle la progresión en base a "la naturaleza, entidad y la gravedad del delito que conmocionó a la opinión pública".
Mejora en el programa de tratamiento
La decisión de la Sección Quinta, presidida por el magistrado Arturo Beltrán, se produce ocho meses después de que la misma Sala le denegara en junio la ascensión de grado por sus "graves alteraciones" psicológicas y por el pronóstico de "peligrosidad criminal" que se le diagnóstico entonces.
Con el respaldo de la Junta de Tratamiento, los magistrados cambian de criterio y acuerdan ahora otorgarle la progresión de grado por "la favorable evolución en los programas de tratamiento". También valoran la buena conducta penitenciaria; la ausencia de sanciones en el actual ingreso; el buen uso de de los permisos de salida; la no existencia de carrera delictiva, el apoyo familiar; y el aprovechamiento favorable en actividades formativas, entre otros aspectos.
Pese a que la mayoría de la Junta de Tratamiento avaló concederle el tercer grado, dos de sus miembros se mostraron discrepantes con la decisión, al estimar que dadas las "características de la personalidad del interno y la gravedad de los hechos delictivos" es necesario "consolidar mediante disfrute de permisos de salida, la progresiva adaptación a la vida en libertad y los efectos de éste sobre su conducta y actitudes, y poner el acento en otro valores educacionales no sólo académicos.




