Inventores en España: una profesión de tozudos

El primer prototipo de submarino, el primer helicóptero... Hasta el primer modelo de mando a distancia. Estos son algunos de los logros de los inventores españoles, un colectivo que llega hasta las 25.000 personas y que se caracteriza por su "inquietud", por una "sensibilidad para detectar problemas y buscar soluciones" y por la "tozudez", como reconoce Manuel Matellán, director del Club de Inventores.

Matellán reconoce que el objetivo principal es "hacer más fácil la vida de las personas". Pero la profesión no es un camino de rosas: "Ser inventor es caro. Se gasta mucho, hay que hacer prototipos y luego hay que proteger el invento para obtener compensaciones económicas". Una profesión que no es "rentable", y que "ha arruinado a mucha gente por no tener un buen enfoque del negocio", admite Matellán. Aunque reconoce que también hay casos "a la inversa".

Manuel Vidal y Pedro Moragas son inventores. Han desarrollado un sistema de recogida de excrementos animales y un interpretador del llanto de los bebés respectivamente. El primero, pese a tener el beneplácito del sector, no encuentra quien le comercialice su invento. El segundo, que ha asistido a conferencias por todo el mundo para explicar su trabajo, ya lo vende en tiendas de puericultura y grandes superficies.

Su mayor queja, la falta de "proteccion de las autoridades para incentivar el uso de estos inventos". Hasta que eso ocurra, seguirán buscando soluciones a los problemas cotidianos.