Bután celebra sus primeras elecciones pese al rechazo de muchos
Un país armonioso, con un rey educado en Oxford, y que mide la felicidad nacional bruta
Hace sólo nueve años que tienen televisión; las carreteras son un lujo del que no sabían nada hasta hace poco; han vivido en una isla, a pesar de ser un país encajado entre otros gigantes como China o la India. Pero ahora les ha llegado la democracia y no todos piensan que sea la mejor de las soluciones. El Rey de Bután ha decidido, motu proprio, delegar su poder en el pueblo y hoy se han celebrado las primeras elecciones de su historia. Ha arrasado el Partido Virtuoso.
Los butaneses han acudido a las urnas masivamente porque así se lo había pedido su rey. También los candidatos se han presentado a regañadientes. Todos habrían preferido continuar con una monarquía que ha conseguido un país relativamente armonioso. Todos salvo el rey, educado en Oxford y que hace dos años sucedió a su padre -que fue, por cierto, el que instauró la idea de que la felicidad nacional bruta es tan importante como la economía-.
Las elecciones de hoy, las primeras, son el último paso en un proceso de modernización que empezó en los años 60, cuando en Bután no había carreteras, hospitales o escuelas. Hoy la educación y la salud son gratuitas, y la esperanza de vida ha subido de 40 a 66 años.
Claro que no todo es felicidad: especialmente para la minoría de orígen nepalí. Decenas de miles fueron expulsados en los años 90 del país, y unos 100.000 viven todavía hoy en campos de refugiados en Nepal.




