El Che y Fidel, premio para los estudiantes de castellano en Bielorrusia
Para incentivar el aprendizaje de la lengua se premia con una foto de los líderes cubanos a los mejores estudiantes del año

El Che y Fidel en tiempos de la Revolución Cubana

Bielorrusia tiene unos aromas del pasado inigualables en Europa. Un territorio prácticamente desconocido, repudiado por Estados Unidos, protegido por Rusia y gobernado por el último dictador del continente, Aleksander Lukashenko.
Pero en Bielorrusia se aprende castellano. No hay una sede del Instituto Cervantes en Misnk, capital del país, aunque en la pequeña ciudad de Borisov, al norte de Minsk, el colegio número 17 hace las funciones y representa la lengua de Cervantes en la antigua república soviética.
"Hoy el aprendizaje del castellano es cada vez más importante debido a la amistad con Venezuela", explica la jefa de estudios de la escuela, Larissa Zholnerovich. El centro se construyó en 1970 debido al impulso que la revolución cubana dio al estudio del castellano en la antigua URSS. Actualmente 660 alumnos estudian en el centro más grande de la república.
A pesar de su relevancia, el colegio mantiene su estilo comunista anclado en el pasado como la mayoría de las construcciones del país. La nueva Bielorrusia capitalista no ha traído la libertad y el esplendor que prometía. Larissa Zholnerovich gana 300 dólares al mes (189 euros) no es mucho dinero si se tiene en cuenta que en la capital un pequeño apartamento cuesta 100.000 dólares (63.000 euros).
El 'Caballero' del colegio
Hoy es un día especial en el colegio número 17. Los alumnos escogen al chico más popular, atractivo y dotado del centro, el Caballero 2008, en castellano para reivindicar el poder de la lengua. Las pruebas para hacerse con el título: demostrar suficientes conocimientos de lengua y cultura española y sus dotes en canción, baile y poesía, mientras que otros alumnos amenizarán la elección con varios espectáculos de variedades.
La escuela número 17 de Borisov, este lugar en medio de la nada, es humilde, con escasos medios materiales, una tecnología prehistórica, murales descoloridos por el paso del tiempo y un idioma que les acerca a un mundo lejano de su realidad.
"Echamos de menos más apoyo del Instituto Cervantes o del Gobierno Español, nadie nos ayuda ni nos estimula y desde aquí también colaboramos a la expansión del español", lamenta Larissa.
"En los concursos lingüísticos que cada año se celebran en Bielorrusia, los niños que mejor hablan alemán o francés reciben un viaje a estos países, mientras que a los que dominan el castellano la embajada de Cuba les entrega una fotografía de Fidel Castro y del Che Guevara, y la de Venezuela unos folletos turísticos", añade.




