Ocio y cultura

'Tiro en la cabeza' se proyecta en el Festival de San Sebastián

La obra de Jaime Rosales, que describe el asesinato de dos guardias civiles del pasado diciembre, busca denunciar lo absurdo del terrorismo de ETA

La película 'Tiro en la cabeza', de Jaime Rosales, se ha proyectado en el Festival de San Sebastián. El film describe casi como si de un documental se tratase el asesinato del pasado mes de diciembre de los guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero. El director de la película, presentada a concurso, ha ofrecido una rueda de prensa en la que explica el carácter de denuncia de su obra.

El ganador del Goya en la última edición por la experimental 'La Soledad', ha defendido su película y la visión que allí da del terrorismo de ETA. "Quiero mostrar que no hay nada más absurdo que matarnos entre nosotros por un motivo ideológico", ha sentenciado.

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En este nuevo trabajo aborda el terrorismo etarra desde su particular forma de entender el cine, rodado con teleobjetivo, con sonido ambiente pero sin posibilidad de escuchar los diálogos que se suceden en la vida cotidiana de su protagonista, un hombre normal hasta que termina asesinando a los dos guardias civiles Raúl Centeno y Fernando Trapero.

Jaime Rosales ha explicado la visión que pretende dar con su película: "La única forma de iniciar un nuevo proceso que nos lleve en una nueva dirección pasa por considerar al otro alguien que también puede aportar algo a nuestra visión, aunque sea muy difícil".

"Tiro en la cabeza", que se estrena en salas comerciales el próximo 3 de octubre, aborda "un problema muy contaminado ideológicamente" y por ello el cineasta catalán sustrae su dimensión ideológica, a través del encadenamiento de "hechos ininteligibles que sólo se podrían entender dándoles una lectura ideológica". Y parte de una premisa: "Si la ideología hace inteligible algo absurdo es que la ideología es absurda".

El actor protagonista fue acusado de pertenecer a ETA

La intención de Rosales de rodar con actores no profesionales le llevó a pedir a Ion Arretxe, su operador de cámara en su anterior película, que encarnara al terrorista al que el espectador sigue durante todo el metraje con una mirada de "vouyeur".

Un trabajo que "adquirió una importante dimensión de ejemplaridad" cuando Arretxe confesó al cineasta durante el rodaje que en 1985 fue acusado de pertenecer a la banda terrorista ETA, por la que le fue aplicada la ley antiterrorista.

"Fue una experiencia dolorosa y traumática vivida a los 21 años de edad. Quizá me haya cambiado más de lo que pienso, aunque he intentado que no generara musgo en el corazón", recuerda Ion Arretxe.

 
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