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Aumenta el síndrome de la rabia aérea, especialmente en vuelos vacacionales

Este síndrome lo padecen los pasajeros con miedo a volar y/o alto nivel de estrés, que abusan del alcohol antes y durante el vuelo

El número de pasajeros con el llamado síndrome de la rabia aérea (sky rage), o comportamiento agresivo, ha aumentado en los últimos años, y se detecta especialmente en los vuelos vacacionales de larga duración, que suelen ir llenos hasta la bandera.

Así lo ha manifestado hoy Mario Alberich, responsable del Departamento de Seguridad Aeroportuaria del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC), al explicar que este síndrome lo padecen, en general, los pasajeros con miedo a volar y/o alto nivel de estrés, que abusan del alcohol antes y durante el vuelo y su conducta se torna violenta.

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Para Alberich, no estaría de más que los pasajeros supieran, por ejemplo, que debido a la altitud, el consumo de una copa de alcohol a bordo de un avión equivale a beberse tres en tierra. Según este experto, el perfil medio del viajero que se comporta de forma agresiva o conflictiva es el de un varón de entre 25 y 35 años, de cualquier clase social y nivel cultural.

Se estima que un 20% de la población tiene miedo moderado a volar y un 10% síntomas severos: al acercarse al avión sienten taquicardia, temblor de piernas, agitación, ganas de vomitar y de llorar. Este miedo, sostiene Alberich, está también detrás del comportamiento "desafiante" que vienen manifestando algunos ejecutivos, cuando se niegan a abrocharse el cinturón, apagar el móvil o enderezar el asiento a indicación de la tripulación.

También, y de acuerdo con este piloto, aún hoy, se siguen registrando incidencias con los pasajeros fumadores que pretenden encender un cigarro en pleno vuelo o fumar a escondidas en los baños, a pesar de que está prohibido desde hace nueve años. Tanto este experto en seguridad, como la presidenta de la Asociación Española de Psicología de la Aviación, María Luz Novis, coinciden en señalar que la mayoría de los incidentes se suelen resolver verbalmente.

Para Novis, estas conductas conflictivas se deben también a un estado de malestar o de frustración provocado por problemas de espacio, sensación de claustrofobia, imposibilidad de moverse o descansar en vuelos largos, falta de información y dependencia del tabaco.

La psicóloga recomienda no recriminar ni amenazar al pasajero conflictivo sino procurar entenderle, ponerse en su lugar y mostrar una conducta diferente, y si por ejemplo él o ella grita, el tripulante hablará despacio, sin levantar la voz. En los casos de pasajeros conflictivos que insisten en no obedecer las órdenes y/o agreden al personal de cabina, se suele aplicar el convenio de Tokio y la legislación comunitaria, que delega en el comandante la responsabilidad sobre la seguridad del avión y de sus ocupantes.

Dicha legislación establece que el piloto puede prohibir el transporte de personas bajo el efecto del alcohol o de las drogas y ordenar medidas coercitivas para mantener el orden y la seguridad dentro de la aeronave.

Esto incluye desviarse hasta el aeropuerto más cercano o regresar al lugar de partida para, en caso necesario, expulsar al pasajero problemático del avión y ponerlo a disposición de las fuerzas de seguridad.

Son muchas ya las compañías, entre ellas Iberia, que han incorporado en los aviones un equipo de grilletes plásticos o cintas inmovilizadoras para colocar en las muñecas de los pasajeros violentos, ha indicado un portavoz del Sindicato de Tripulantes de Auxiliares de Vuelo de Líneas Aéreas de España (Stavla). Según este portavoz, en EEUU el pasajero que ha tenido una conducta agresiva tiene muy difícil volver a volar en las compañías del país, debido a que existen listas negras con los nombres de los viajeros conflictivos.

 
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