En busca del paraíso en los bajos de un camión
Tienen las manos y las uñas negras, la ropa manchada de la grasa y suciedad de esos vehículos, la cara con marcas de heridas recientes y la pericia suficiente para saber cómo y por dónde moverse
Niños y adolescentes marroquíes buscan cada día entre los bajos de un camión la entrada clandestina a lo que ellos consideran un paraíso, España, sin ser conscientes de las dificultades que les esperan una vez burlada la vigilancia policial.
No es el único método del que se sirven para llegar a España y al resto de Europa, pero sí refleja el desespero y la inconsciencia de unos menores que llegan a Tánger con la intención de escapar del país en busca de trabajo y formación.
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"Ahora hay menos, pero todos los días se suben algunos. Se meten por todos los lados. Cuando los ves los quitas, pero no siempre te das cuenta", afirma un camionero de la empresa granadina Frío Baza, que viaja a esa ciudad marroquí todas las semanas.
Habla de chicos como Kamal y Abdelhari, de 15 y 16 años, y que, a la espera de esa oportunidad, aseguran acudir regularmente desde hace un año y medio al puerto tangerino, donde pagan 50 dirham (unos 4,5 euros) para escapar de cada agente que les ha pillado en el intento.
Las marcas
Tienen las manos y las uñas negras, la ropa manchada de la grasa y suciedad de esos vehículos, la cara con marcas de heridas recientes y la pericia suficiente para saber cómo y por dónde moverse, y llegado el momento, hacia dónde correr.
Quien sí lo logró en su día, como Abdelaziz Jonar, de 22 años, no olvida el miedo que pasó en el trayecto, pero reconoce que no quedaban muchas alternativas para gente como él.
"Los chicos se escapan porque la mayoría vive en la pobreza. Yo me quedaría en Tánger si hubiera trabajo, porque es aquí donde estoy con mi familia, pero no lo hay", lamenta Jonar, que ya ha conseguido los papeles y ahora se encuentra de vacaciones en su país natal, del que hace diez años, y en su tercer intento, logró salir.
Perfil
El perfil de ese colectivo, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), es el de un menor de 16 años, que abandonó la escuela en sexto de Primaria o en el primer año de Secundaria (a los 11 ó 12 años), y que tiene ante sí una falta notable de perspectivas laborales o empleos con condiciones precarias y baja remuneración.
En total, se calcula que hay entre 15.000 y 20.000 residentes en Europa que manifiestan no estar acompañados por su familiaAdmirados
Y sin embargo, cuando relatan su vida en España, cómo se escaparon de algunos centros de menores, llegaron a ciudades como Barcelona o Madrid, y tras obtener los papeles y empleos temporales han sido capaces de enviar a casa hasta 400 euros al mes, no pueden evitar que se les escuche con admiración.
Por eso, a juicio de la directora de la ONG 'Ningún niño sin techo', María Almendros, hay que abogar por "combatir la creencia de que en España está el paraíso", y por dar a los potenciales candidatos a la emigración ilegal "una educación integral para que paulatinamente puedan cambiar su mentalidad".
Y al mismo tiempo, según Camps, por incentivar no su repatriación, conforme al memorando (y posterior acuerdo) firmado entre España y Marruecos en diciembre de 2003 y que todavía deber ser ratificado por el Parlamento marroquí, sino el retorno voluntario a su país.
Son acciones conjuntas destinadas a evitar que deambulen por el puerto jóvenes como Kamal, y como el resto de los que optan también por cruzar ilegalmente como polizones en barcos, camuflados con documentación falsa, a bordo de pateras o haciendo uso de tantos métodos como su imaginación, medios y fuerzas se lo permitan.
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