El Barça se vuelve a estrellar contra el muro del Chelsea (0-0)

Ya no están Ronaldinho ni Deco, el banquillo cambió de dueño y las perspectivas estas vez eran mejores, pero casi exactamente un año después el Barça volvió a tropezar con la misma piedra en el partido de ida de semifinales de la Champions League. La piedra esta vez se llama Chelsea, y, como el Manchester, está entrenado por un hombre al que le falta poco que saber sobre el mundo del fútbol. Una vez más, el Barça tendrá que escalar la montaña de un empate sin goles en terreno inglés después de darse de bruces contra un muro defensivo. Y tendrá que hacerlo sin dos centrales básicos, Márquez y Puyol, que se pierden el partido de Stamford Bridge (miércoles 6 de mayo, 20:45) por diferentes motivos.

La impresión que deja la legión de gladiadores preparada por Hiddink para la batalla del Camp Nou es de ser un equipo pequeño, pero el resultado que se lleva a cambio a Fulham Road es considerable. Era un partido pensado para el 0-0, y ese fue el premio que obtuvo el Chelsea, que ya antes de saltar al campo dio pistas de sus intenciones con la inclusión de Obi Míkel (un centrocampista de corte defensivo) en el once inicial a costa de sacrificar a Anelka (un delantero). Tenía pinta de 4-5-1 encajonado atrás, persiguiendo a los extremos hasta la extenuación y soltando las patadas que fueran necesarias para cortar el ritmo de juego enemigo. Y así fue.

Enfrente, la versión que planteaba el Barça en el inicio fue la habitual en los partidos de casa, con una salvedad en defensa: Piqué entraba por Puyol, y Abidal conservaba el lateral izquierdo. Así se intentaba aplacar la amenaza del juego aéreo del Chelsea, y se conservaba a Puyol, advertido de amonestaciones, así que la precaución tenía cierto sentido. A partir de ahí, el guión fue preocupante para el Barça, al mismo tiempo que cumplía las pautas establecidas por el rival con el paso de los minutos. Obi Mikel fue el elegido para ser el perro de presa, siempre pendiente de Xavi, al que prácticamente hizo un marcaje individual. Con ello, Essien pasó a la derecha para ayudar en la banda a Ivanovic, que no daba abasto con Henry. El duelo personal del delantero francés, más veloz, con el delantero serbio, fue el único ganado con autoridad por un jugador azulgrana a uno que fuera de amarillo en la primera mitad, como demuestra que dos tiros de Tierry (junto a uno desde 30 metros de Iniesta) fueron la única amenaza del Barça en ataque en los primeros 45 minutos.

A cambio, Drogba, ese delantero impasible que no escatima en esfuerzos y al que le basta medio movimiento para marcar, tuvo la ocasión más clara al aprovechar un error infantil de Márquez en la entrega. El marfileño encaró a Valdés a la media hora, y cuando encontró respuesta, intentó driblarle, ante la maestría de Víctor, que rebañó la pelota con la manopla derecha e hizo respirar a su público. Eso le sirvió al Chelsea para soltar aire y encaminar el duelo hacia el descanso, que no registró movimientos en los banquillos.

Cuando más se necesitaba un cambio de ritmo, llegó el parte de lesiones en que se convirtió el inicio de la segunda parte. A los dos minutos de la reanudación, Henry chocó con Alex (mal compañero de golpes) y quedó inconsciente. Solo era el principio de una retahila de sucesos, cuyo punto álgido fue la lesión de Márquez, accidental, casi estúpida. Giro de rodilla al conducir el balón en su propio campo, y adiós al menisco. Un mes de baja, lo que en términos prácticos significa que el mexicano se pierde lo que queda de temporada. La entrada de Puyol dio más quebraderos de cabeza a Guardiola, cuando el capitán vio la amarilla que le impide jugar el partido de vuelta, lo que obliga a su técnico a inventarse una defensa nueva contra un equipo especialmente poderoso por alto.

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Ahí terminó (si es que existió alguna vez) la versión ofensiva del Chelsea, que hipotecó todos los esfuerzos que le quedaban a marcharse de Barcelona con un empate bajo el brazo. Enfrente, sólo un arreón al final, con la entrada de Messi y Bojan, que gozaron de las mejores ocasiones (de cabeza el primero, y de doble remate el segundo), fueron capaces de insinuar un desenlace distinto. Desenlace que no llegó gracias a Peter Cech, que tiembla cada vez que ve volar un balón hacia su portería, pero que conserva el aguante y los reflejos en el mano a mano. Así las cosas, el partido terminó con el signo previsto por Hiddink, un maestro de la estrategia al que le han vuelto a salir los cálculos, gracias, en buena parte, al trabajo de Malouda, que desahogó al eventual lateral izquierdo que fue Bosingwa, ante la desaparición de Frank Lampard, que deambuló siempre a 70 metros de la portería rival, lo que le costó el cambio mediada la segunda parte.

En resumen, 0-0, y a pensar en la vuelta, con el partido del Bernabéu de por medio para el Barça. Sin Márquez y Puyol en Stamford Bridge y con un equipo fundido en lo físico, al que le cuesta mucho imprimir 'su' ritmo en ataque, después del desgaste de Valencia y con los partidos decisivos de las próximas dos semanas en el horizonte. Aún así, no se puede ignorar la pólvora y la magia del Barça en ataque, que puede sacarle de cualquier apuro en cualquier campo. Pero será, seguramente, contra una versión distinta de este Chelsea, del que cabe esperar que vuelva a incluir a Anelka en lugar de Obi Mikel para volver a ser fiel a 'su' 4-3-3 de defensa adelantada, empuje en el centro del campo y bombardeo por el aire. Entonces será la hora de cambiar el guión para el Barça, si no quiere repetir tropiezo, que le deje a las puertas de la soñada final de Roma.