Manet, Monet o Renoir brillan en Madrid
El recorrido de la exposición se inicia y termina con Manet, el gran "maestro vertebrador" y pintor del movimiento
La Fundación Mapfre acoge la exposición Impresionismo. Un nuevo renacimiento, que recorre la historia de este movimiento artístico moderno, a través de las grandes obras del Musée d'Orsay y de la mano de maestros como Manet, Monet, Renoir, Sisley, Pisarro o Cézanne. En total se exhibirán 90 piezas, la mayoría de las cuales no han sido nunca antes vistas en España. Se podrán ver en el Paseo de Recoletos número 23 hasta el próximo 22 de abril.
El presidente del Musée d'Orsay, Guy Cogeval, aseguró que esta muestra es una de las más importantes realizada "fuera de los muros" del Musée d'Orsay, aprovechando las obras que se realizan en esta institución.
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Por su parte, Pablo Jiménez Burillo, director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre, subrayó la importancia de esta muestra, la más cara que ha realizado la Fundación hasta el momento, y cuya prima de seguros está cercana al millón de euros, según reveló Jiménez Burillo.
El recorrido de la exposición se inicia y termina con Manet, el gran "maestro vertebrador" y pintor del movimiento, según explicó Pablo Jiménez Burillo.
El pífano de Manet
Las obras de Manet retoman las lecciones de Goya y Velázquez y, como ellos, sus creaciones nacen con la aspiración de perdurar en los Museos. 'El pífano' es, sin duda, la obra que mejor resume la complejidad artística de Manet y una de las grandes estrellas de la muestra, según indicó el presidente del Musée d'Orsay.
Manet y el año 1874, son los puntos vertebradores de esta muestra que pretende ofrecer una visión global del Impresionismo, un movimiento artístico que cambió la percepción de la modernidad. Mientras que el año 1874 fue relevante porque se celebró la primera exposición del grupo Impresionista en París y porque fue el año de la fundación del Museo de Luxemburgo. El Museo d'Orsay de París es "heredero" del Museo de Luxemburgo según precisó Guy Cogeval.
El director general del Instituto de Cultura de la Fundación Mapfre definió el Impresionismo como un "renacimiento" y una "voluntad de empezar de nuevo" en la pintura "y de mirar a los maestros antiguos de igual a igual".
Las primeras tentativas de formación de un grupo de vanguardia y aparecen reflejadas en esta exposición en la primera sala, a través de La Escuela de Batignolles.
Asimismo, los jóvenes artistas en esta época buscaban una oportunidad, un camino en el que desarrollar sus inquietudes artísticas, dentro de un panorama artístico marcado por academicismo del gran Salón de París, en el que reinaban artistas como Bouguereau o Cabanel que también intentarían su personal asalto a la modernidad.
El Salón, sin embargo, también acogía propuestas más innovadoras como las grandes obras de Puvis de Chavannes, 'Le pigeon' y 'Le ballon', alegorías del asedio de París en 1871, así como 'Mujeres a orillas del mar'.
El virtuosismo de Monet
A continuación, Monet se presenta como el artista más virtuoso, con obras como La gare Saint-Lazare, Les regates à Argenteuil o La rue Montorgueil: Las grandes series fluviales sobre el Sena en Argenteuil, en Vetheuil, en Champrosay, que pintaron de forma coetánea Monet y Renoir plasman a la perfección a técnica impresionista, las pinceladas pequeñas y vibrantes que permiten captar el continuo devenir de los efectos atmosféricos.
Frente a la fuerza de Monet, Renoir aparece como un artista más sensual, más delicado en sus retratos, quizás por las sutiles irisaciones de su paleta veneciana, que se muestran con esplendor en obras como El Columpio.
Por otra parte, Pisarro y Cézanne enfatizan la solidez estructural de los elementos de sus obras. Cézanne aprendió junto a Pisarro lo que significaba el impresionismo. Su complicidad se muestra al comparar obras como La casa del ahorcado de Cézanne y Los tejados rojos, de Pisarro, que muestran una composición muy similar.
Frente a la renovación estilística de Monet, Renoir o Cézanne, Degas representa la renovación del clasicismo. Su modernidad no se apoya en una pincelada vibrante o en la planitud del lienzo, sino en una estética fragmentaria, que le permite crear la ilusión de representar un instante de la vida moderna.
La exposición se cierra con las últimas obras de Manet, que demuestran su triunfo absoluto. Manet consigue triunfar en el Salón con obras de corte político, como el Retrato de Georges Clemenceau. Pero, a su vez, el gran pintor revolucionario reina en los salones mundanos, como muestra La mujer de los abanicos - retrato de la excéntrica Nina de Callias - o el Retrato de Stéphane Mallarmé.