Los martes al Sol de Nacho Vegas
El asturiano presenta en Madrid un concierto íntimo en el que repasa sus últimas canciones
Hay pocos músicos en el panorama actual que tengan el aura a leyenda que rodea al autor de "El manifiesto desastre". Han pasado diez años desde que decidió empezar a cantar en solitario, y una década ha bastado para situarlo a la altura de los más grandes.
La noche del martes inauguraba un nuevo concepto en la mítica Sala Sol de Madrid, "Los Martes al Sol", una apuesta por conciertos íntimos, no más de cien personas, la mitad sentadas, el resto de pie. Intimidad, canciones entre amigos, cercanía a los autores.
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Vegas comparecía junto a Abraham Boba, uno de sus fieles escuderos que ha comenzado su andadura en solitario bajo el amparo del asturiano. Una noche especial de piano, violín y chelo, Vegas saldría más tarde con su guitarra española. Antes, Boba había presentado con acierto sus nuevas canciones. Juntos comparten, además de andadura musical, una timidez que roza lo exagerado, nadie pronunció una palabra hasta bien entrada la noche. Nada nuevo, Vegas tiene en común con los grandes trovadores esa honradez para desnudarse en cada canción y resguardarse en cada silencio.
La vida del hombre que casi conoció a Michi Panero esconde tristezas, pero como él canta "esto no es un drama, no es tan trágico, te daré mil motivos por los que llorar", y los da. El jueves volverá a comparecer en El Sol junto a Amaral o el propio Abraham en un concierto para recaudar fondos para Haití.
Sobre el escenario las cosas fueron diferentes. Mientras canta, Vegas tampoco levanta la mirada, parece asustado, necesitado de un abrazo, pero el lirismo que alcanzan sus composiciones lo igualan a otro músico que hace poco pasaba sus noches en El Sol, Antonio Vega.
El asturiano abrió su actuación con La gran broma final y Ezequiel, más tarde presentaría a Teresina, antes de escuchar los Crujidos del tercer día, una canción sobre los esfuerzos por mejorar, por levantarse cada día y hacer las cosas mejor. Vegas sonaba diferente, primero acompañado por la banda de Boba, más tarde sólo por su amigo y finalmente con la única compañía del público. Se despediría con tres canciones. Un lindo recuerdo a Panero, una nueva composición que presentó sin título por primera vez en directo y un cierre con "Miss Carrusel", una de sus canciones más aplaudidas. Con un "adiós, gracias, hasta otra", se despidió. Con la misma medio sonrisa que el desaparecido Antonio, con ese alo de tristeza y ese poso de genialidad.