Crece el caos en Chile tras el seísmo y se buscan supervivientes
Bachelet impuso el toque de queda en la ciudad hasta el mediodía del martes
El caos reinaba el lunes en las ciudades de Chile devastadas por el terremoto y los tsunamis, mientras los militares redoblaban sus esfuerzos por controlar la ola de saqueos e incendios y los servicios de rescate esperaban encontrar cientos de muertos entre los escombros.
El resto del país intentaba sacudirse el polvo y regresar a la actividad después del azote del seísmo de magnitud 8,8, uno de los mayores de la historia moderna, que demolió casas, derrumbó puentes en el centro y sur y dejo su huella en la vida de millones de personas.
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Las autoridades contaban 723 muertos, pero la cifra parecía destinada a crecer porque las noticias indican que hay pueblos costeros arrasados por las olas desatadas por el temblor y que no fueron evacuados a tiempo por un fallo de las autoridades que debían alertar del tsunami.
Sin datos sobre su dimensión
Solamente en Constitución, 300 kilómetros al sur de Santiago y donde olas de 15 metros arrasaron la localidad, fueron reportadas cerca la mitad de las muertes.
"A esta altura no estamos en condiciones de saber cuántos fallecidos son producto del terremoto o del maremoto. Estamos en situación de encontrar los cadáveres e identificar las víctimas y que sus familiares puedan dar digna sepultura", dijo la presidenta, Michelle Bachelet.
Las autoridades no tienen una idea cabal de la destrucción, pero la cuenta podría llegar a 30.000 millones de dólares, casi el 15% de su Producto Interior Bruto, según Eqecat, una firma que ayuda a aseguradoras con modelos de riesgo.
En medio del desastre y de las fuertes réplicas, cientos de personas sin luz, agua ni alimentos saquearon e incendiaron el lunes tiendas comerciales en Concepción, la segunda mayor ciudad del país y una de las más vapuleadas por el seísmo. Algunos aprovecharon para robar televisores o lavadoras.
Mientras tanto, los servicios de rescate buscaban gente con vida entre los restos de un edificio de 15 pisos que se desplomó en la ciudad, donde se calcula que hay 50 personas atrapadas. Los bomberos perforaban paredes después de haber escuchado golpes que dieron esperanzas de encontrar a más gente con vida.
Toque de queda contra los saqueos
Para tratar de frenar los saqueos, Bachelet impuso el toque de queda en la ciudad hasta el mediodía del martes y mandó 7.000 soldados a la región de Maule y en Concepción y sus alrededores.
"Estamos siendo atacados por una horda de gente de otra población y están llegando desde los cerros, necesitamos ayuda, están saqueando nuestras casas", dijo Priscila, una habitante de Concepción, a una radio local.
"No es justo que estén haciendo esto, por favor carabineros, Armada, quienes sean, vengan a ayudarnos", acotó.
El Gobierno también declaró el toque de queda en las ciudades de Talca, Cauquenes y Constitución, desde las 00.00 hora local del martes (2100 GMT del lunes) hasta las 06.00.
"No es aceptable el pillaje y la delincuencia", dijo Bachelet a periodistas.
Los damnificados se quejaban de que la ayuda no estaba llegando con rapidez, pero el Gobierno aseguró que la infraestructura y las comunicaciones no funcionaban bien.
El aeropuerto de Santiago sufrió severos daños y no está operativo. Los pocos vuelos internacionales hacia la capital fueron desviados a terminales alternativas como la de Iquique, cerca de la frontera con Bolivia, según autoridades.
Pero a pesar de todo, la industria minera - crucial para una de las economías más sólidas de América Latina - reanudaba las operaciones y el sistema financiero funcionaba con normalidad.
La bolsa cerró el lunes con una caída del 1,18 por ciento arrastrada por empresas forestales, minoristas e inmobiliarias, pero el peso chileno concluyó estable.
Brasil, Argentina y Perú se comprometieron a enviar rescatistas, médicos alimentos, agua y hospitales móviles. Uruguay, Colombia y Uruguay también ofrecieron ayuda. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, viajó el lunes hacia Santiago para reunirse con Bachelet y la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, tenía reuniones el martes en la capital para ayudar en la recuperación del país.