Condenados a penas de cárcel los padres y el marido de la menor mauritana que fue obligada a casarse

El Tribunal Supremo aumenta la condena al padre de la niña, que ahora tendrá que ingresar en prisión. La menor, de 12 años y que residía en Cádiz, fue obligada a casarse en su país y a mantener relaciones sexuales con su marido. Los padres de la niña apelaron una y otra vez a que estas eran las costumbres de su país y que había que respetarles.

La menor de origen mauritano fue obligada por sus padres a casarse y a mantener relaciones sexuales con su marido, 28 años mayor que ella. La madre llegó incluso a morderla y la amenazó con azotarla con un cable de televisión para que el hombre pudiera consumar la agresión sexual. Ante la resistencia de la niña, le explicó que si no hacía lo que debía la pegarían, la llevarían a Mauritania y la lapidarían.

Padre y madre forzaron a su hija a que mantuviera relaciones sexuales con el marido que habían elegido para ella. La Audiencia de Cádiz impuso penas de diecisiete años de cárcel para la madre, trece para el marido y un año y medio para el padre, lo que le salvaba de ingresar en prisión.

El Supremo rebaja hasta los doce años las condenas a la madre y al marido porque se ha aplicado indebidamente, "con triple eficacia sancionadora" la agravante de parentesco.

Sin embargo, la sentencia de la que ha sido ponente el Magistrado José Manuel Maza, obligará a ingresar en prisión al padre de la pequeña, al que aumenta la condena hasta los dos años y medio de cárcel. Los Magistrados recuerdan a la Audiencia que dejó sin sancionar las lesiones y el maltrato doméstico al que los padres sometieron a su hija.

Vale la declaración de la menor

La defensa de los condenados intentaba que el Supremo dejara sin efecto el testimonio de la pequeña pero el Alto Tribunal rechaza la pretensión. Dicen que las amenazas, coacciones y agresión sexual que sufrió y que contó en el Tribunal están corroboradas por otros elementos probatorios. Es más, añaden, "se trata de hechos cometidos en circunstancias de cierta clandestinidad, como los agravios sufridos por un miembro de una comunidad familiar en el opaco y reducido ámbito de la intimidad de ésta", con lo que el testimonio de la víctima puede erigirse en "eje central del pronuniciamiento inculpatorio".