Ocio y cultura
Análisis:EUROVISIÓN 2010

¿Es posible?

Sin ninguna duda, ésta es la pregunta más difícil de responder. Todo y nada es posible en un festival de Eurovisión en el que los organizadores llevan cincuenta y cinco años buscando la tecla exacta para conseguir que el resultado sea más o menos justo, para que la victoria sea más o menos merecida.

Pero la tecla es esquiva, huidiza, burlona. Cuando parece que por fin se ha encontrado el procedimiento adecuado que elimine las dudas de los millones de personas que seguimos cada año esta gran cita musical, algo viene a tumbarnos todos los esquemas.

Aún resuenan los ecos de la consternación tras la segunda semifinal. Suecia que, para colmo, este año presentaba un tema situado entre los favoritos, una gran canción para una gran intérprete; Suecia, tal vez el país que más en serio se toma esto de Eurovisión, organizando auténticos mini-festivales a lo largo del año para elegir a su representante; Suecia, que jamás ha faltado a la cita desde que este certamen empezó a ser lo que es, y que ha parido la mejor canción de toda la historia del Festival, el 'Waterloo' de ABBA; Suecia, este año no estará en la final. Pero, ¿importa algo eso?

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Lo importante es que la parrilla de salida ya está completa. A las veinticinco canciones participantes les quedan apenas unas horas para lucirse en el escenario del Telenor Arena de Oslo. Sin embargo, cuando todas las luces se apaguen, cuando un nuevo país asuma el reto de organizar el Festival de Eurovisión el año que viene; después de las alegrías y los llantos, de las decepciones y el vacío; habrá que sentarse de nuevo, como cada año desde hace ya muchos, para reflexionar sobre si el premio, el hecho de saber que ha ganado una canción y no otra (un país y no otro), tiene realmente algún sentido.

Sólo un producto triunfador de tarde en tarde

Entre los más de seiscientos millones de telespectadores potenciales del Festival de Eurovisión en todo el mundo, ¿alguien podría recordar el nombre de los intérpretes, o siquiera tararear la canción que ganó en 2008? ¿Y en 2003? ¿Y en 1989? Probablemente no. Y esto es así porque de tarde en tarde (sólo muy de tarde en tarde) Eurovisión nos deja un producto triunfador y, curiosamente, la mayoría de las veces el mejor producto, el que obtiene más éxito después del concurso, ni siquiera es el que gana el festival.

Desde que se produjo el 'boom' de los países del este de Europa, y desde que se fueron sumando las antiguas repúblicas de la ex Yugoslavia una vez independizadas, el incremento de países que querían participar fue tan notable que hubo que crear el sistema de las semifinales. Desde entonces, el voto geopolítico (hasta cierto punto lógico, porque son países de una misma área que comparten gustos musicales y que, probablemente, conozcan bien a los intérpretes de las naciones vecinas) ha restado posibilidades a los representantes de naciones que pertenecen a bloques menos numerosos o, simplemente, que no se integran en ningún bloque.

Algo se podrá hacer. Pero, de momento, nadie encuentra la dichosa 'tecla'. Suiza, el país donde nació Eurovisión, ha vuelto a quedarse fuera este año. Quizás, de continuar así, a algunos les dé por seguir el camino de Italia, que hace años abandonó el festival oliéndose lo que se nos venía encima. Austria ni siquiera se ha presentado estos días a las semifinales. Luxemburgo tampoco. ¿Serán necesarios más abandonos para que la UER reconozca que el chiringuito se le ha ido de las manos y que, o hace algo o el barco se hunde?

Todas las posibilidades... y ninguna

Por eso, cuando estos días todo el mundo me pregunta ¿España tiene alguna posibilidad? Lo primero que se me ocurre contestar es que tiene todas las posibilidades y ninguna. La canción es diferente, llamativa, algo novedoso. Algo?pequeñito. Que pueda ser escuchada por más de seiscientos millones de personas al mismo tiempo ya es algo grande. Pero claro: esto es un concurso. Todo el mundo quiere ganarlo y organizar el festival el año que viene (toda una faena para la televisión que se haga cargo, sobre todo en medio de esta crisis), aunque la repercusión internacional de la que se supone 'la mejor canción de Europa', sea prácticamente nula.

Me decía Daniel Díges el miércoles que está sorprendido por el recibimiento que ha tenido su canción en Europa. Me quedé callado para no desanimarlo. El pobre ya estará bastante nervioso como para que, encima, venga yo con el cenizo. Pero hubiera querido decirle que mantuviera la calma y los pies en el suelo, porque estas cosas son muy habituales, y luego llega el tsunami del este, del norte o del sur (como si fuera una cruel venganza de Karmele) y nos deja a todos planchados.

¿Hay posibilidades de ganar? Sí. ¿Hay posibilidades de ganar? No.

Mañana más.

Todo sobre el festival de Eurovisión 2010

08:03

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Diges: "Tengo ganas de llegar a Oslo y comerme el escenario"

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