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Afganistán celebra la 'Jirga' de la paz para abrir la reconciliación nacional

Los talibanes ya han hecho acto de presencia con el lanzamiento de dos cohetes cerca del lugar donde se celebra la asamblea

Kabul reúne hasta el viernes a 1.500 líderes étnicos, sociales y políticos en lo que se conoce como 'Jirga' o asamblea de la paz. Es el último intento del presidente Karzai por buscar la reconciliación nacional, acabar con décadas de guerra y ocho años de presencia de la OTAN. Los talibanes no han sido invitados pero se han hecho notar. Durante el discurso del presidente afgano varios cohetes han caído cerca del lugar donde se celebra la asamblea que fue suspendida y reanudada poco después

Dos mujeres pasan junto a un cartel de promoción de la policía. Mal pagados y equipados, carne de cañón de los terroristas el gobierno intenta atraerlos con la promesa de un trabajo fijo

Dos mujeres pasan junto a un cartel de promoción de la policía. Mal pagados y equipados, carne de cañón de los terroristas el gobierno intenta atraerlos con la promesa de un trabajo fijo

Dos mujeres pasan junto a un cartel de promoción de la policía. Mal pagados y equipados, carne de cañón de los terroristas el gobierno intenta atraerlos con la promesa de un trabajo fijo

Dos mujeres pasan junto a un cartel de promoción de la policía. Mal pagados y equipados, carne de cañón de los terroristas el gobierno intenta atraerlos con la promesa de un trabajo fijo

Tras el ruido de los cohetes las fuerzas de seguridad afganas se enfrentaron a los insurgentes, uno de los cuales hizo detonar las bombas a las que estaba adherido.

El Ministerio del Interior ha comunicado que el enfrentamiento se ha saldado con la muerte a manos de las fuerzas de seguridad del país de dos insurgentes envueltos en un burka y con chalecos suicidas y con la detención de un tercero.

La asamblea se ha reanudado ya en el campus de Kabul que está adornado con banderas de la treintena de provincias afganas, junto a las que pasan hombres -y algunas mujeres- venidos con vestimentas que van del turbante al 'pakol' y que señalan a pastunes, uzbekos o azharas. En tres carpas grandes en lo alto de una colina preparan la 'Jirga', asamblea de notables en la que están representados los pueblos y grupos sociales que componen Afganistán.

Nadie detalla de forma muy concreta qué es lo que se quiere alcanzar en el encuentro. Faruk Warda, ministro de educación y hombre muy próximo al presidente Karzai, dice que es un proceso, cuyo objetivo es "preparar a la nación para ir a hablar con la oposición". Véase en 'oposición' la palabra 'talibán'. Warda dice que esa es la razón de que no se les haya invitado, aunque de forma indirecta algunos si vayan a ir porque les han seleccionado en sus regiones.

Estados Unidos, a favor del proceso

La Unión Europea no mantiene oficialmente ningún tipo de contacto con los grupos talibanes a los que potencialmente podría ganarse para un acuerdo de paz. El lituano Vygaudas Usackas, casi recién aterrizado representante de la Unión en Kabul, si reconoce que "parece que Estados Unidos está abiertamente a favor de este proceso de reconciliación". Varios de sus mandos militares en la zona ya lo han dicho abiertamente. Y Europa, implicada militar y económicamente en la reconstrucción del país, se limita en esto a decir que su papeles apoyar al pueblo afgano.

En una entrevista esta semana para varios medios europeos, entre ellos la SER, Usackas también reconoce que hay otros elementos en el tablero de juego. Por ejemplo Pakistán, donde diferentes informes del espionaje estadounidense sitúan al liderazgo de los talibanes, y donde desde hace dos años se han hecho algunas de las operaciones más importantes contra ellos o sus aliados, por ejemplo en el valle de Swat.

Pero si de por si los talibanes son más una idea que un grupo concreto con una ideología cerrada, el conflicto en Afganistán tampoco se puede reducir a un pro- o anti-islamistas. Como se vio en las elecciones presidenciales de septiembre, de las que Karzai salió reelegido con mucha polémica sobre pucherazo, la 'familia' juega un papel muy importante.

Karzai ha forjado su núcleo duro de poder entorno a los pastunes. Y otras 'familias' le reprochan que se haya olvidado de ellas en el reparto de beneficios. El gobernador de la provincia de Balj es un buen ejemplo. Ustad Ata exhibe orgulloso en su palacio provincial de Masar A-Sharif las fotos de su época de guerrillero de la "jihad", que en Afganistán quiere decir la guerra contra los talibanes. Miembro de la Alianza del Norte, se ha ido alejando de Karzai hasta llegar a apoyar públicamente en las presidenciales de septiembre al rival del presidente, a Abdullah Abdullah.

Ata reprocha a su antiguo aliado el haber invitado a la Jirga a quien le interesaba a él. Su región ha sido ejemplar por no tener ataques de importancia, su relativa prosperidad comparada con otras zonas del país y por ser la primera que ha eliminado el cultivo de opio. Pero avisa: "no ha proporción entre lo que se gasta en otras zonas inestables y lo que se gasta aquí. Para tener estabilidad hace falta recibir atención".

De momento ha recibido dinero para la primera línea de tren en Afganistán y su influencia amaga con ir a más, si como reconocía a la SER, para las legislativas de septiembre apoya una plataforma fuerte junto a su nuevo aliado Abdullah.

Esas legislativas son otro de los retos que Karzai tiene por delante. Aunque para entonces ya deberían haberse despejado algunas de las incógnitas planteadas esta semana en Kabul. En resumen: hablar o no con los talibanes, cómo hacerlo y sobretodo si eso dará tranquilidad a un país paupérrimo y derrotado por sus propias guerras, tan necesitado de ella.

 

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