Madrid celebra el día del Orgullo Gay con un multitudinario desfile

Madrid ha vuelto a celebrar un año más lo que algunos madrileños consideran la fiesta más grande de la ciudad. Si es por capacidad de convocatoria, por espíritu festivo y porque es la única celebración que consigue paralizar la centenaria Gran Vía, no les falta razón, el centro ha estado colapsado.

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Pese a la amenza de lluvia que finalmente no se ha atrevido a aparecer casi un millón de personas, según datos facilitados por la organización, aunque seguro miles, se han congregado a lo largo y ancho del centro de la capital. En la Puerta de Alcalá se ha dado el pistoletazo de salida a una marcha encabezada por algunos representantes políticos como la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, el presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), Pedro Castro; el secretario del Plan Nacional sobre el Sida, Tomás Hernández; el secretario de Movimientos Sociales de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y concejal del Ayuntamiento de Madrid, Pedro Zerolo, o el portavoz de IU en el Congreso y el coordinador general de esta formación, Gaspar Llamazares y Cayo Lara.

La marcha, con diversas pancartas reclamando los derechos de lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales ha recorrido la Gran Vía de Madrid hasta llegar a Plaza de España. Allí, en un escenario donde ha actuado Kylie Minogue, el coro gay texano ''Turtle Creak'', ''The ladies'' y Edurne entre otros, se ha puesto el punto final al desfile con la lectura del manifiesto que este año revindica los derechos de los transexuales.

La fiesta en la calle no tenía fin. Miles de personas seguían las 35 carrozas que este año han participado en la marcha armados de banderas, trompetas y tambores. El color, la música y los bailes han estado presentes un año más en esta jornada que pese a estar teñida de disfraces, plumas y mucha fiesta tiene un objetivo principal: continuar conmemorando los disturbios de Stonewall, en el Nueva York de 1969 y con ese mismo espíritu reivindicativo recordar que todavía queda mucho camino por andar.