La enfermedad mental
Según datos del Eurobarómetro, en ocho años han aumentado un 50% las consultas médicas por problemas de salud mental entre ciudadanos de la Unión Europea. Si la generación psiquiátrica de los años setenta/ochenta luchó por abolir los manicomios ahora se lucha por conseguir algo menos romántico pero más duro: que la enfermedad mental sea un capítulo más de la salud del Estado de Bienestar.
¿Se consigue?
A medias. No se puede negar que se ha avanzado pero tampoco se puede negar que los servicios de enfermedad mental son los que están pagando desde hace tiempo la crisis latente en la sociedad de bienestar. Las autonomías que hace años cerraron sus manicomios sufren problemas en las unidades psiquiátricas de sus hospitales por lo costoso de los internamientos en periodos que oscilan entre diez días para agudos y estancias de tres meses en casos de subagudos. No hay plazas suficientes para enfermos mentales de larga duración.
Las enfermedades mentales ¿por qué aumentan desde hace años?
Vivimos un tiempo en el que el estilo de vida no favorece la buena salud mental. Aumentan los trastornos obsesivos y depresivos porque se vive con un alto nivel de insatisfacción personal, familiar y profesional. La crisis económica acentúa la crisis mental en muchos casos. Hoy, ser mujer, vivir sola, estar en paro y tener más de cincuenta años equivale a asumir más riesgos de enfermedad mental según el doctor Josep Clusa, un histórico en la lucha por derribar las tapias de los manicomios.
¿Es cierto que entre los sin techo hay muchos enfermos mentales?
Es cierto. La falta de recursos hace que sea la familia la que carga con el cuidado de los enfermos mentales. Aunque es cierto que en los últimos años ha aumentado el soporte socio-sanitario (más pisos protegidos, más residencias, más clubes y centros de día) la pregunta que se siguen haciendo los familiares de un enfermo mental es ¿qué pasará cuando nosotros faltemos? Es una pregunta que se hacen mientras fuman, porque enfermo y familiares son por lo general unos fumadores compulsivos como medio de paliar la ansiedad. Las salas de estar de familias con enfermos mentales dan para muchas historias y una frase común: "Nuestros hijos sufren pero nosotros también sufrimos".
¿Y qué respuesta hay a la pregunta de que pasará con el enfermo mental cuando falten los familiares?
Que como tu te preguntabas, en muchos casos el enfermo mental acaba en la calle. Al centro de día abierto cuando cerró el manicomio Pi i Molist, en Barcelona, acudía diariamente un hombre de setenta años. Había estado internado en el manicomio desde los diecinueve y ahora vivía en un piso de acogida pero añoraba las altas tapias tras las que se sentía seguro. La calle le daba miedo.
¿Iremos a peor?
Según los expertos, el envejecimiento de la población, el incremento de factores de riesgo y el cambio del entorno socio económico son factores a los que se tendrá que prestar atención si no queremos que la calidad mental del país empeore. Pero no acabemos pesimista y pongamos una toque de esperanza: un día me pasé una tarde en Radio Nikosia, que emite con el indicativo Abajo las Murallas. Una radio hecha de cabo a rabo por enfermos mentales. Una adolescente explicó en antena: "Ayer le dije al chico al que quiero lo que sólo explico al médico: mis problemas mentales y que tomo pastillas. Y decirlo fue para mi un sin vivir". Y el presentador dijo: "Aquí Radio Nikosia, donde no cabe la palabra secreto y te pedimos el esfuerzo de que te muestres como eres".
