"Gili" y lo que sigue | 16-10-2010
Para qué nos vamos a engañar: es más cómodo soltar un taco. Desahoga más, no hay que pensar mucho y además parece que un insulto pierde fuerza si no es malsonante. Sin embargo existen palabras en nuestro vocabulario que pueden resultar más hirientes que las obvias. Por ejemplo, si tachas a alguien de "mamarracho", le estás insultando doblemente: por un lado le llamas ridículo y por otro ignorante, porque lo más probable es que no tenga ni pajolera idea de su significado.
Berzotas, merluzo, abrazafarolas, cretino, necio, memo, botarate, merilota, fondón, bellaco, pelanas, cantamañanas, tragaldabas, soplagaitas, malandrín, imbeeecil, tonto lava, tonto del capirote, tonto a las tres, tonto del del bote.....
Y qué decir de las frases que se clavan como puñales. Mae West era toda una experta: "Su madre debería haberle tirado y haberse quedado con la cigüeña"... Winston Churchill y Lady Astor tampoco se quedaban atrás: "Winston, si fueses mi esposo, envenenaría tu café"... "Madam, si fuese tu esposo, debería beberlo".
Para Luis Alegre la frase más hiriente y a la vez ingeniosa se la dedicó Perico Beltrán cuando le dijo: "No creo que llegues a la edad que representas"... Y Raúl Cimas, guionista y actor de Muchachada Nui, todavía se está preguntando que significa lo que le decían en el colegio: "Chaval, tú eres tonto y en tu casa tienen botijo".
En el cine el amo del insulto con clase sin duda era Groucho Marx: "Nunca olvido una cara, pero con usted haré una excepción". Basta con elegir una escena cualquiera de Sopa de ganso para llevarte unas cuantas ideas para regalar.
En fin, que el arte del insulto es mucho más rico y va más allá del "Gili" y lo que sigue.

Paqui Ramos
Casi siempre en la radio. Siempre en la SER. Trabajando con Javier del Pino y yendo a sitios con Juanjo...




