La remodelación
Hace muchos años Manuel Vázquez Montalbán y Juan Marsé escribieron a cuatro manos una readaptación de Caperucita Roja y el Lobo Feroz. En su versión, el Lobo era un misógino y Caperucita una ninfómana que se lo cepillaba en el bosque.
Manolo y Juan podrían escribir hoy la adaptación del cuento en el que un frágil Bambi se reinventa hasta transformarse en un killer. Yo, querida directora, de las remodelaciones de gobierno me interesan por una igual las historias de los que llegan que las historias de los que quedan por el camino. Algunas inaugurando una feria en hora del cese, como la ministra de la Vivienda. Debe costar lo suyo poner buena cara en una circunstancia como esa aunque seas consciente de que toda remodelación es una lotería.
Joaquín Garrigues Walker me decía que hay mucho de pito, pito, colorito, o como le explicó González a Semprún al cesarle tras elogiar su trabajo, cuestión de equilibrios. De la remodelación que nos ocupa me interesa la llegada de Marcelino Iglesias a Ferraz para poner orden en el PSOE a año y medio de las elecciones. Hombre tranquilo, ex seminaristas de los tiempos en los que los seminarios dejaban un sólido poso de historia y de filosofía que no iría mal a la mayoría de políticos de este país.
Dicho de pasada: Jauregui tiene ese poso. De su boca salió la frase más dramática y sincera en el juicio de los GAL: fue un tiempo en el que todos miramos hacia otro lado. Iglesias tiene experiencia en situaciones difíciles. Pacificar al socialismo aragonés y gobernar doce años en coalición con el PAR como él ha hecho no está al alcance de cualquiera. En Ferraz hubiese gustado más un político etnocentrista. Los que como Iglesias tienen una visión periférica no acaban de convencer.
Me interesa también ver a Pajin en Sanidad. Es un ministerio que con las competencias transferidas a las autonomías tendría que tener poco peso pero en mayo asistí a un coloquio sobre sanidad en el Cercle de Economia y un ex conseller de la Generalitat de Jordi Pujol dijo que se tenia que potenciar el ministerio para que unificase las políticas sanitarias de las diecisiete autonomías, cada una por su lado y sin hablarse. Para que un ex conseller de CiU dijese eso mal debe estar la cosa. El cañamazo de la política es como todo tejido: unas veces burdo y otras fino. De las dos cosas hay en toda remodelación. De Moratinos, tras su cese y como dice el tango, una lágrima furtiva yo no pude contener.




