Javi Márquez dispara al Espanyol a los puestos de Champions
El Espanyol arrancó más intenso y apenas tardó un minuto en amargar el estreno de Rafa Gil. Ocurrió en una de esas jugadas que no se entrenan y que derrumban de un plumazo todas las pizarras
Un gran gol de Javi Márquez y 20 minutos de buen fútbol le sirvieron al Espanyol para lograr una nueva victoria en Cornellà (1-0) y subirse a los puestos de Champions a costa de un Málaga que dominó buena parte del partido, pero que fue incapaz de finalizar sus ataques.
El equipo malagueño, con el debutante Rafa Gil en el banquillo y Manuel Pellegrini en el palco, comenzó aturdido, pero terminó con las revoluciones a tope, manejando la batuta del partido y ahogando al Espanyol. A los puntos, mereció llevarse algo de Cornellà, pero el equipo local golpeó primero y supo guardarse el resultado en un final agónico.
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El Espanyol arrancó más intenso y apenas tardó un minuto en amargar el estreno de Rafa Gil. Ocurrió en una de esas jugadas que no se entrenan y que derrumban de un plumazo todas las pizarras.
Javi Márquez avanzó en solitario desde el círculo central, vio un hueco imposible y desde 30 metros lanzó un zurdazo imparable. Arnau, aún en el calentamiento, no pudo hacer nada para evitar el gol.
Al calor del marcador, el Espanyol vivió sus mejores minutos. Con el viento a favor, el equipo de Pochettino se convierte en un grupo de jugadores entusiastas, fresco y dinámico, abonado al buen fútbol y con la portería rival siempre en mente. Osvaldo pudo hacer el segundo tras una excelente jugada personal, pero la manopla de Arnau lo impidió.
Al equipo andaluz le costó levantarse de la lona. Liderado por el empuje de Apoño y los fogonazos de Eliseu, reaccionó en el ecuador del primer tiempo. Lanzó dos contragolpes que le sirvieron para meterse en el partido. En uno de ellos, Eliseu estuvo a punto de sorprender a Kameni, pero en su recorte a Dídac perdió pie y su disparo se malogró.
En la reanudación, el Espanyol se dedicó a vivir de rentas. Reculó sorprendentemente, se olvidó del balón y el decorado del partido cambió por completo para desesperación del público, que comenzó a mostrar su inquietud con silbidos esporádicos.
El Málaga marcó el ritmo, controló el partido y merodeó el área de Kameni. Mereció el empate, pero le faltó mordiente, la capacidad de finalizar las jugadas que establece el límite entre los equipos interesantes y los ganadores.
La entrada de Quincy y de Portillo hizo estirarse al Málaga, que retocó su dibujo para transformarse en un 4-4-2 más ofensivo.
Renunció a las bandas para intentar filtrarse entre la defensa del Espanyol con balones largos y diagonales, pero no encontró el camino del gol. Tampoco contó con el factor suerte: un ''chut'' seco de Quincy se estrelló en el larguero a falta de cinco minutos para el final. Las jugadas a balón parado tampoco le sirvieron para nada.
Poco el importó el Espanyol, encantado de firmar su quinta victoria consecutiva en Cornellà, un gran arranque de curso como local que le permite colarse en la zona noble de la Liga, en la cuarta plaza provisional, y disfrutar de los puestos que darían acceso a jugar la Liga de Campeones.
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