Respeto por el fútbol
Por si alguien lo había olvidado, el equipo de Guardiola se encargó de recordarnos a todos que el fútbol se juega en el campo, lo decide quién mueve mejor el balón y gana quién marca mas goles. No se disputa en las ruedas de prensa, ni a golpe de titulares en los medios de comunicación.
El Nou Camp presenció una vez más el triunfo del juego colectivo y el compromiso con el compañero, sobre la disciplina y el orden al servicio del estruendo. Los cinco goles tasan la diferencia entre un equipo que cree firmemente que este deporte consiste en tener la propiedad de la pelota y obligar al contrario a recogerlo más veces de su portería, mientras el otro piensa que el secreto reside en convertir el campo en tierra quemada para luego conquistarlo.
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El Barcelona piensa, juega y siente como un equipo, nunca se traiciona a si mismo y siempre habla en el campo, incluso cuando pierde. Compareció al Clásico con la discreción, el silencio y el respeto que impone Guardiola en su vestuario y que a tantos les gusta parodiar, a falta de otra cosa que reprocharle. La dirección de Xavi se encargó de dar medida a la justa causa blaugrana.
El Madrid se presentó en el campo supuestamente liderado por un CR7 que demostró de nuevo que es un niño con cuerpo de superestrella. Al menos estuvo. Otros ni siquiera. Fue un equipo aturdido y embrutecido por el exceso de ruido que tanto se esfuerza en generar su entrenador. A Mourinho no se le pueden discutir sus éxitos, pero sí parece legitimo dudar de su respeto por este deporte. Debería leer a Albert Camus, que jugó de portero y sostenía que todo cuanto sabia con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debía al fútbol.
