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Una capilla abierta 24 horas

250 personas se turnan para que siempre haya alguien en la capilla velando por su seguridad y por Dios

El Cristo de la capilla de la Adoración Perpetua, en Madrid.(CADENA SER)

El Cristo de la capilla de la Adoración Perpetua, en Madrid.

La iglesia de la Encarnación celebra misa dos veces al día. Abre un poco antes de cada celebración y cierra un poco después. Y ya está. Ya no hay más tiempo para ver a Dios, para el recogimiento ante una imagen. Quien quiera acercarse a orar allí a las tres de la madrugada de un sábado o a las diez de la noche de un martes, no debe tratar de cruzar la puerta del templo sino girar a la derecha. Allí, en una esquina, hay una capilla con capacidad para unas 40 personas. Es una capilla de la Adoración Perpetua, donde se expone el cuerpo de Cristo las 24 horas. La única de Madrid.

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"Podría quedarme en casa a rezar delante de un crucifijo. Pero eso no es más que una imagen bendecida. Aquí, sin embargo, tengo a Dios, al Santísimo, al Cuerpo de Cristo delante de mí. Por eso vengo". Así justifica Pedro, un catequista soltero de misa diaria, los veinte minutos en coche que hace cada madrugada del sábado desde su casa a la capilla. Es una de las 250 personas que se turnan para que siempre haya alguien en la capilla velando por su seguridad y por Dios. Su turno comienza a las una y media de la madrugada. "Es un turno complicado para que venga gente a orar", y lo argumenta: "Las señoras, que son más piadosas que los hombres, no se atreven a venir solas a estas horas. Así que pasamos muchas noches solos. Pero no te creas. Normalmente solemos estar dos o tres personas".

Las que nos hemos acercado hasta la capilla, siempre ha estado solo. En esas madrugadas, sus oraciones han sido variadas. Una novena por la virgen o por un mendigo: "He rezado por un vagabundo que conozco, que se va a morir. Padece un cáncer terminal. Él no quiere recibir la extremaunción y yo oro por él". Pero también ha rezado por él mismo. Le van a despedir. Su empresa va a cerrar. No le importa excesivamente: "He pasado por muchos problemas en mi vida. Me he encomendado siempre al Señor y él me ha ayudado a salir de todo, a sobreponerme. Para mi la fe se explica con esas cosas que me han pasado en mi vida. Si ahora Dios me pone en esta situación, será por algo. Y sé que Él me encaminará a otro sitio".

Pedro se marcha a las tres de la madrugada del sábado. A esa hora llega el siguiente cuidador: Guillermo. Un informático argentino. Casado. Con una agnóstica. Con la que vivía antes de casarse. "Ella entiende mi fe. Nunca hemos tenido ningún problema. El que esté aquí rezando ahora no quiere decir que yo no haga otras cosas. Si mañana toca limpiar, hacer la compra o irse de fiesta...ahí estaremos". A ellos les gustan las cañas de los '100 montaditos'. "Están geniales sus pintas", apostilla con una sonrisa y alzando la vista al cielo. A ellos les gustan las cañas, apostilla con una sonrisa y alzando la vista al cielo. Una cerveza en esa cadena de bares cuesta un euro. Mantener las seis velas que acompañan e iluminan la Custodia de la Hostia consagrada cuesta cuatro euros con cuarenta. 1.606 euros al año. A un mes para que acabe el año, sólo han recaudado la mitad con la limosna.

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