El Gobierno decidió subir el tabaco cuando el déficit empezó a afectar a las arcas públicas
Desde el inicio de la crisis, los impuestos del tabaco han subido más del 50%
A pesar de que la primera norma sanitaria de calado en la lucha contra el consumo de tabaco entró en vigor en 2006, cuando se prohibió fumar en los centros de trabajo, la lucha fiscal ha tenido que esperar a que llegase la crisis. No fue hasta junio de 2009, cuando Hacienda emprendió la senda de encarecimiento del tabaco mediante la subida de los tributos que lo gravan. En ese momento, el impuesto específico pasó de 8,20 euros por cada 1.000 cigarrillos a 10,20. Es decir, un 24% de incremento. Además, el tipo mínimo que se aplica a los cigarrillos aumentó 21 euros, pasando de 70 euros por cada 1.000 cigarrillos a 91,30. Un crecimiento de más del 30%. Pero hubo más.
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El pasado mes de diciembre, con sus arcas acuciadas por el déficit, el Estado aprobó una nueva subida de los impuestos especiales. En este caso, el impuesto específico pasó a ser de 12,70 euros por cada 1.000 cigarrillos, un aumento del 24,5%. El tipo mínimo, por su parte, se colocó en 116,90 euros por cada 1.000 cigarrillos, un 28% más. En total, desde que comenzó la crisis, estos dos tributos sobre los cigarrillos han aumentado un 55% y un 67%, respectivamente.
Existen dos tipos de impuestos sobre el tabaco. El tipo ad valorem (sobre el valor) es el que se aplica sobre el precio final. En España, está actualmente en el 57%. Además, existe un tipo específico, que es el que se aplica sobre cada 1.000 cigarrillos. Ese es el que, desde el mes de diciembre, está en 12,70 euros por cada 1.000 cigarrillos, lo que equivale a 25 céntimos por cada cajetilla de 20 cigarrillos. En todo caso, lo recaudado para cualquier marca por la suma del tipo ad valorem (57%) y el tipo específico (12,70 euros por cada 1.000 cigarrillos) no puede ser inferior a 116,90 euros por cada 1.000 cigarrillos, es decir, al tipo mínimo.
Según un informe del Instituto de Estudios Fiscales de agosto de 2010, en España la diferencia entre el precio con el que los cigarrillos salen de fábrica y el que paga el consumidor final en un estanco varía desde un 84,5%, en el caso de las marcas que cuestan 3,90 euros, hasta el 89,5% en el caso de las que cuestan 2 euros.