'127 Horas': un videoclip con bajones
La última película de Boyle llegará a los cines el 4 de febrero
El director de 'Slumdog Millionaire' regresa a los cines para narrar una historia tan real como aterradora, la terrible aventura de Aron Ralston. / WTB
Lo que está claro es que Danny Boyle sabe combinar adrenalina y celuloide, pero esta vez ha tenido un bajón de tensión. '127 Horas' empieza invitando al infarto: música a todo volumen y tres pantallas partidas que siguen los pasos histéricos de James Franco, un montañero solitario que se va a pasar cinco días en una cueva con el brazo aprisionado por una roca de los cañones de Utah.
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'127 Horas' es una historia real con moraleja sobre la soledad, la prepotencia y los giros inesperados de la vida. Un mal resbalón puso a un niñato de bruces con la muerte y el tal Aron Ralston, un montañero que escribió una novela sobre su peripecia, supo salir del agujero amputándose el brazo.
Se trata de una película claustrofóbica al estilo 'Buried'. Y si el éxito del film de Rodrigo Cortés residía en mantener la tensión durante los 90 minutos del metraje sin sacar la cámara del ataúd, Danny Boyle fracasa precisamente porque no consigue contener la angustia de su personaje bajo la roca, sino que a través de socorridos flashback, la mente de James Franco se evade y también saca al espectador de la angustiosa historia del brazo y la roca que lo aplasta. Es aquí donde la emoción se disuelve sin remedio.
Una escena final muy breve y un James Franco excelente
Otro traspié del director es la brevedad de la escena final, la más cruenta de la película y que se ventila en unos míseros minutos de metraje. Lógicamente, hay muchas hipótesis que hablan de tijeretazo para poder llegar a los cines sin marear a los espectadores. En fin, uno llega a la conclusión de que Danny Boyle hoy en día haría un 'Trainspotting' recortado para colegialas.
¿Y para quién van a ser los laureles? James Franco quizá no esté para Oscar, pero sí que ha construido un personaje humano, odioso a ratos y humano siempre. Ya tenemos claro que es un buen actor, ahora la gran incógnita es saber cómo será como presentador de la gala de los Oscar. Eso sí que es un Everest.
