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Crónica:FÚTBOL | EFEMÉRIDES

30 años del secuestro de Quini

El 'Brujo', sentado en el banquillo junto a Manolo Preciado(EFE)

1 de marzo de 1981. España vivía sumergida la resaca del 23F, aún recientes los ecos de los sonidos de los tanques en las calles de Valencia o la música militar en las emisoras de radio ocupadas por los golpistas. En "la cloaca" de los primeros años de la década de los 80, como diría Montalbán, reinaba la confusión y la tensión política, la letanía incierta del cambio. Ese día otro rocambolesco suceso conmocionaba nuestro país y el mundo del fútbol: el secuestro del mítico Enrique Castro 'Quini'

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Era un frío domingo de fútbol en el Camp Nou. El FC Barcelona vencía a un tosco Hércules por 6-0, y perseguía de cerca al líder, el Atlético de Madrid, en su afán de arrebatarle el primer puesto. 'El Brujo' marcaba tres de los goles del equipo blaugrana, y se afianzaba como pichichi de la entonces disputada liga española. Al finalizar el encuentro, llegaban los primeros rumores al entorno condal: "han secuestrado a un jugador del F.C Barcelona". De la incredulidad inicial se pasaba a la impotencia y la intranquilidad. Las autoridades locales confirmaban que el jugador secuestrado era Quini. Dos individuos, a punta de pistola, le habían conducido a un zulo de una barriada de Zaragoza, a cambio de un rescate millonario.

En el mediodía del día siguiente, el diario "La Vanguardia" recibía una llamada en la que se reclamaban 350 millones de pesetas a cambio de la libertad del jugador. Debido al cúmulo de rumores, la junta directiva del Barcelona centralizaba todas las informaciones en su vicepresidente Nicolau Casaus: "Cuantas más horas pasan, más intranquilos nos encontramos, aunque poco a poco nos vamos acostumbrando a la intranquilidad. Pueden estar seguros de que si tuviéramos alguna noticia digna de credibilidad le facilitaríamos de manera inmediata".

Finalmente el acuerdo para el pago del rescate se acordó con la apertura de una cuenta en una entidad bancaria suiza, con valor de cien millones de pesetas. En Ginebra, y cuando se disponía a retirar el dinero, era detenido Víctor Manuel Díaz Esteban. Durante el interrogatorio, confesaba. Quini se hallaba en el sótano de un taller mecánico en el número 13 de la calle Jerónimo Vicens de Zaragoza.

El libro "Barcelona Negra" recoge el momento en el que la policía asaltaba torpemente el local: "Cedieron la iniciativa a Marugán, el gigantón especialista en abrir puertas a puntapiés. Esgrimió su querido e imponente 357 Magnum, se preparó, tomó impulso, levantó la pierna derecha y golpeó. Le ocurrió entonces lo que jamás le había sucedido ni volvió a suceder. El pie hizo un agujero en la puerta barata de contrachapado, la atravesó y Marugán se quedó allí enganchado, la pierna dentro de la casa, él fuera blasfemando y dando saltitos sobre el único pie que mantenía en el suelo. El resto de los Omegas se reían y renegaban exigiéndole que se hiciera a un lado, que les dejara pasar, que aquello era serio". Allí encontraron el pequeño sótano, con un colchón en el suelo, y a un Quini demacrado, con barba de 25 días.

Además de Víctor Manuel Díaz, la banda la completaban Fernando Martín (electricista) y José Eduardo Sendino (mecánico). Tres hombres de mediana edad, desempleados. Quizá por ello Quini no emprendió acciones legales contra ellos. La sentencia, dictada el 15 de enero del 82, condenó a los acusados a diez años de prisión y a pagar cinco millones de pesetas al jugador, dinero al que éste renunció.

Muchos coinciden que este hecho hizo al Barcelona perder aquella liga del año 81. En el tiempo que duró el secuestro, los culés sólo sumaron un punto en los cinco partidos disputados. El centrocampista alemán Bernd Schuster se negó a jugar el primero de ellos contra el Atlético de Madrid y declaró: "Además de piernas tengo corazón, sólo quiero que vuelva Quini".

No son pocos los futbolistas que han sido objeto de secuestro, robo o extorsión el mundo del fútbol, otros magos del balón como Di Stefano o Cryff también sufrieron sucesos similares. Pero en España siempre se recordará con especial angustia el caso de Quini, pichichi ese mismo año del 81 con el FC Barcelona (y en seis ocasiones más) y eterna banda sonora del Molinón.

Montaje del momento en el que Quini es liberado