Fernando Alonso se queda a las puertas del podio en la exhibición de Sebastian Vettel

La salida se presumía muy complicada para Fernando Alonso tras el decepcionante rendimiento de su coche en la jornada del sábado. Después de posar los pilotos en homenaje a Japón, se quitaron las gafas de sol y se enfundaron sus cascos para dar gas a sus coches. La primera vez que se apagaron los semáforos en este 2011 supuso para el asturiano una vuelta a los fantasmas de Abu Dhabi. El de Ferrari buscó una maniobra imposible ante Button y se vio noveno en la segunda curva. Con un coche peor de lo esperado y enredado en el limbo del pelotón de los mediocres, Alonso comenzó su particular lucha consigo mismo. Por su parte Alguersuari se topaba -literalmente- con Schumacher y obligaba a los dos a adelantar su primer paso por boxes. En la cabeza de carrera, Vettel estrenaba su corona mundial de la mejor manera posible. El Red Bull del alemán era como un torpedo de combustión dentro de un Scalextric. Solo Hamilton, que va a sufrir mucho con la nueva normativa, era capaz de ver al teutón al final de la recta de meta vuelta a vuelta. A Fernando no le vino mal inmiscuirse en la maraña de coches para despertar, rápidamente se deshizo de Massa -en principio sin orden de equipo- y Button, recuperando así toda la autoestima perdida. Cuando todo parecía asentarse y volver a esa Fórmula 1 previsible y monótona, los neumáticos Pirelli aparecieron, y parece que para quedarse. La nueva gama de cauchos origina un frenético baile en el pit stop tan trabajoso para los propios mecánicos como para los periodistas. Petrov, Webber, el propio Alonso, y Hamilton, todos paraban, saber el orden de la carrera sin un monitor de tiempos se advierte una locura en este 2011. Los más perjudicados en este primer evento del Mundial fueron los Mercedes de Ross Brawn, que abandonaron en dos vueltas sucesivas (Schumacher en la 23 y Rosberg en la 24). Fue a partir de la vuelta 30 cuando Alonso volvió a verse con sus enemigos habituales. Entiéndase por habitual a Webber -como enemigo por el título- y como particular a Petrov -como piloto que le arruinó la vida en Abu Dhabi. Entretanto, Vettel seguía triunfal por el trazado del Albert Park, mientras Hamilton llevaba al límite su agresividad al volante arrastrando el fondo plano de su bólido. Volviendo a la guerra por la tercera plaza, Alonso demostró que en cuanto a regularidad se refiere, es el mejor de cuantos pilotos hay en la parrilla. Minó poco a poco a Webber hasta desquiciarlo y darle caza en un paso por boxes, pese a llevar el australiano un coche mucho mejor. Con Petrov ya era otra historia. Todo parecía que las ruedas duras de Fernando en la última parada le permitirían adelantar al ruso, pero las ruedas Pirelli son imprevisibles. De recortar un segundo por vuelta al ruso, pasó a perder tiempo en las últimas vueltas. El asturiano lo intentó todo para alcanzar a Vitaly Petrov, pisó pianos, tocó la hierba y ni con esas llegó a la altura del ruso. Finalmente, el bicampeón español fue cuarto en una carrera que puede tener varias lecturas. Si la salida hubiese sido mejor, quizás Alonso hubiese acabado segundo. Visto por el lado negativo, parece que todo sigue igual y Red Bull será el gran dominador, por lo menos en las primeras pruebas.