La sorpresa anunciada

Zapatero siempre consigue sorprender haciendo lo que todos esperaban de él. Es sin duda una extraña virtud que a veces se difumina en el segundo siguiente a la caída del telón. Ante el comité federal el líder del PSOE ha sido claro, ha explicado con coherencia y convicción qué le impulsa a hacer lo que siempre quiso hacer: no optar a un tercer mandato. Ahora falta ver cómo se gestionan las horas de después. Tras el debate desmandado con el que los socialistas han llegado a esta reunión habrá que comprobar qué paz interna consiguen atesorar en la lucha sucesoria. A la vista, prácticamente a la vuelta de la esquina, unas elecciones autonómicas y municipales en dónde el PSOE se juega mucho. Es lógico pensar que nadie se va a atrever con el cuerpo a cuerpo antes de la cita con las urnas. Incluso podrían en este mes acostumbrarse los socialistas a esa ausencia de pugna y conspiración de restaurante y llegar al proceso de primarias en clave constructiva, aunque esto último parece poco probable.

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La decisión de Zapatero tiene riesgos. Es más, parece única y exclusivamente basada en el análisis de riesgos. Entre ellos gobernar sin ser candidato, sin solución de continuidad y en un tiempo que exige gobernanza. Pero el líder socialista ha optado por el momento menos malo, aquel que convoca a todos al cierre de filas y al trabajo electoral y el que exige evitar ruidos durante la toma de decisiones en un momento de todavía grandes incertidumbres económicas.

Mientras tanto, el discurso del PP se da por descontado en Ferraz y de hecho los de Rajoy lo han enarbolado con tanta rapidez que se desactivan a sí mismos. Hemos visto tantas veces al de Pontevedra clamando por un adelanto electoral que a veces da la impresión de que en él se ha instalado la idea de que sólo esa posibilidad puede conjurar el peor de sus temores: quedarse otra vez en capilla, compuesto y sin presidencia aunque las encuestas lo dibujen casado y bien casado.

Pero en ese moverse por intuición de Zapatero quedan flecos pendientes. Nada sabemos de cómo resolverá el PSOE el problema de quien dirigirá el PSOE del futuro. Nada se ha dicho sobre cuándo y hacia dónde se hará también ese trasvase de poder al frente de la secretaría general. Y cuando los socialistas empiezan a hacerse preguntas casi siempre la tinta llega al rio. Además, el presidente del gobierno siempre ha medido con miopía los debates mediáticos que rodean sus decisiones, como si por desear calmar las aguas éstas se volvieran mansas de repente. Desde hoy los barones socialistas se quedan sin excusa que justifique sus resultados electorales. Desde hoy los que aspiren a la sucesión no podrán sin más deslizarlo en desayunos con periodistas, tendrán que dar un paso al frente y sobre ellos recaerá la presión que se ha quitado Zapatero. Desde hoy Zapatero empieza a dibujar la foto que en su justa medida habrá de retratarle más allá de ser el culpable de todo lo malo que ocurre en este país.

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Me temo que la intuición ha jugado mucho en el momento escogido por el presidente. Si digo que Zapatero es la persona más intuitiva que he conocido mentiría, pero sólo porque yo no conozco a Zapatero.