Real Madrid y Barcelona firman tablas en un deslucido primer combate

El primer duelo directo entre Barcelona y Real Madrid que el caprichoso calendario ha deparado se suponía posiblemente como el menos definitivo de todos. No para Mourinho. El técnico portugués dio prioridad al aspecto moral y metió a Pepe en sacrificio de Özil con la única intención de que no se repitiera lo ocurrido en el Camp Nou. Sin embargo, su homólogo blaugrana entregó la titularidad al convaleciente Puyol, sabedor de que el capitán puede ser crucial en este carrusel de clásicos

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Las alineaciones eran una declaración de intenciones. Mientras uno intentaba recuperar contrarreloj a uno de los pilares de su equipo, otro buscaba no salir demasiado maltrecho del primer envite. A ninguno de los dos le salió bien. El partido arrancó lento y errático. Iniesta, Xavi y Busquets, combinaban y combinaban sin encontrar la manija del choque. En la medular blanca, Pepe y Khedira se afanaban en resguardar a sus centrales se las acometidas de Messi y Pedro.

La arritmia de los primeros compases dio rápidamente paso al nudo del partido, a su parte más larga. El Madrid se parapetó en su campo -tal y como hiciera el Inter el años pasado en el Camp Nou- y se preocupó solamente de obstaculizar la circulación de balón del Barça. Durante más de veinte minutos el Madrid tenía desactivado al Barcelona, pero también se desactivada a sí mismo en dicha operación. Y todo ello lo sufría el espectador, que pudo observar una especie de deslucida partida de ajedrez.

Cristiano Ronaldo apareció como estilete de los locales en algunos tramos de la primera parte, primero probó a Valdés en una falta envenenada y luego estuvo a punto de adelantar a su equipo, pero Busquets le rebañó la pelota en el último momento. Messi por su parte lanzaba de forma constante desmarques de ruptura, en uno de ellos erró un mano a mano con Casilla al intentar elevar el balón por encima del portero.

También hubo espacio para la polémica en el primer acto. Villa encaró a Iker, tocó el balón justo antes de que llegara al portero, y cayó al piso en un claro penalti por televisión, pero seguramente difícil de enjuiciar sobre el terreno. El descanso llegó con una última jugada de peligro, Messi hizo un nuevo slalom, trianguló con sus compañeros y Casillas repelió el chut del argentino. Las estadísticas estaban claras; el Barça acumulaba el 70% del balón y todo hacía ver que el planteamiento del Madrid solo sería respaldado con una victoria.

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Los penaltis que todo lo cambian

Con la reanudación en pañales, Cristiano Ronaldo gozó de su segundo libre directo. Desde la frontal chutó la pelota mordida y la estrelló en la base del poste. Guerra abierta y partido nuevo. Tanto fue así que en la siguiente jugada Muñiz Fernández expulsó a Albiol por derribar a Villa y señaló un penalti claro. Messi ejecutó con tranquilidad y 0-1. El partido y la Liga parecían mortecinos, pero ahí movió ficha Mourinho y desmontó su entramado defensivo. Özil, Adebayor y Arbeloa ingresaron por Alonso, Di María y Benzema y el partido se equilibró pese a la inferioridad numérica.

El Barcelona perdió el centro del campo y el control del juego, y también a Puyol, que se marchó herido en la parte posterior del muslo. Özil dotó a los blancos de la improvisación necesaria para desquiciar al rival y convertir el partido en un choque de ida y vuelta. Algo beneficioso para los blancos si se tiene en cuenta que con once no quisieron atacar y con diez sin embargo lo consiguieron. Después de que Xavi estampará una pelota en el poste llegó el segundo de los penaltis. Alves tumbó a Marcelo cuando este se internaba en el área y el trencilla concedió la sanción. Cristiano lanzó y empate a uno.

Los últimos minutos del partido fueron los únicos transcendentes del partido. Los dos grandes de la Liga española se batieron entonces a cara de perro y sin precauciones. En esos quince minutos cualquiera pudo ganar. Villa, Messi, Adebayor, Khedira, todos ellos disfrutaron de ocasiones para desequilibrar la batalla, pero no fue así. El partido agonizó entre los ánimos del Bernabéu a su equipo, en lo que era una crítica velada al timorato planteamiento de su entrenador.

En conclusión, partido con sabor agridulce para ambos contendientes. El Barça se lleva media Liga a casa, pero dio la sensación de no controlar a su rival en la segunda mitad. En cambio el Madrid perdió media Liga en el choque, pero sale reforzado gracias a una meritoria segunda parte.