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Cuando el PADRE era el padre

Presentar la declaración de la renta no siempre fue tan sencillo

Hubo un tiempo en el que enfrentarse a la declaración del IRPF era una auténtica tortura. Enredados entre pilas de facturas, recibos y nóminas, los españoles sudaban la gota gorda, en pleno mes de junio, para conseguir hacer cuadrar los números en un impreso lleno de casillas incomprensibles para la mayoría. Hoy basta tener a mano el NIF para obtener el borrador y unos minutos para confirmar / OLAYA ARGÜESO / ELISABET PALMA

Hubo un tiempo en el que enfrentarse a la declaración del IRPF era una auténtica tortura. Enredados entre pilas de facturas, recibos y nóminas, los españoles sudaban la gota gorda, en pleno mes de junio, para conseguir hacer cuadrar los números en un impreso lleno de casillas incomprensibles para la mayoría. Hoy basta tener a mano el NIF para obtener el borrador y unos minutos para confirmarlo.

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Quizás el nombre de borrador provenga de aquella época (principios de los años 80) en la que la declaración de la renta se cubría a mano y con lápiz, para poder subsanar los errores, muy habituales, que se producían a la hora de ponerse al día con Hacienda (que por aquel entonces, tampoco se llamaba Agencia Tributaria, eso no llegaría hasta 1992). "Lo primero que había que hacer era ponerse a buscar papeles de las nóminas, los bancos, las acciones; recopilar la información, comprar los impresos, más de uno, por si alguien se equivocaba; y hacerlo a lápiz, para poder corregir los errores", explica Gaspar Caballo, Director de Operaciones de la Agencia Tributaria.

En 1988 llegó la primera innovación: el programa PADRE, que no tomaba su nombre del hecho de que, habitualmente, era el cabeza de familia el que se peleaba con bases imponibles, mínimos personales y familiares, y deducciones varias. PADRE es el acrónimo de Programa de Ayuda a la Declaración de la Renta. "El ciudadano ya no tenía que hacer los cálculos", indica Caballo.

Tuvieron que pasar ocho años para que la Agencia Tributaria abriera su portal en Internet. A partir de ahí, las cosas evolucionaron más rápido. Un año más tarde, en 1997, se creó el teléfono de cita previa y fue cuestión de tiempo que se pudiera presentar la declaración a través de la web. Para 2003 ya había nacido el borrador de declaración. La novedad de este año es que el instrumento estrella de Hacienda se puede descargar en la página de la Agencia Tributaria sin necesidad de certificado electrónico.

 
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