Adrià lo ha anunciado en la presentación en Barcelona del libro «Los aprendices de hechicero», de Lisa Abend, que será la base sobre la que se construya la película, junto con una biografía del chef que próximamente publicará el crítico Colman Andrews. «Es un riesgo maravilloso, algo genial», ha confesado entusiasmado Adrià, que ha revelado que el proyecto tendrá una inversión de 40 millones de euros y que el productor será Jeff Kleeman, mientras que el guión irá a cargo de David Wilson. Adrià ha remarcado que la película será de pura ficción - la ha comparado con el estilo de «La red social», sobre el nacimiento de Facebook - aunque ha dicho que su «referencia» es el filme de animación «Ratatouille». Se rodará con El Bulli abierto, «mientras la gente come», por lo que mezclará gente de a pie con actores - uno de ellos encarnará al cocinero -, aunque Adrià ha remarcado que él estará en un segundo plano, y que la trama girará entorno a las experiencias de los becarios, con historia de amor incluida. «Yo no creo que tenga que salir mucho, mi vida es muy normalita, no tiene ningún interés», ha dicho el chef, que ha insistido en que lo importante es que se perciba en la pantalla el espíritu de El Bulli. Disciplina sin glamour Ese espíritu es justo el que plasma el libro «Los aprendices de hechicero», que Abend, corresponsal en España de la revista «Time», escribió tras pasar unos meses observando la treintena de jóvenes que en 2009 entraron a aprender los secretos de la cocina de Adrià. Y es que por esa meca de la gastronomía han pasado algunos de los más reputados cocineros de hoy, como René Redzepi, Andoni Luis Aduriz, Joan Roca, Massimo Bottura, Sergi Arola y José Andrés, «el que tiene el espíritu de El Bulli al más alto nivel», según Adrià. El libro relata los duros procesos de selección con anécdotas como la del joven coreano que pasó tres días a las puertas de la casa de Adrià, o del canadiense que viajó hasta Roses para entregar su currículum después de haberlo enviado 80 veces. Los becarios trabajaban 14 horas al día a cambio de una comida, una cama y sin cobrar, unas duras condiciones que para Adrià se justifican porque así han ido rotando y han podidos pasar miles de cocineros por las instalaciones del restaurante. «El mito del glamour se te cae al suelo, pero alguien tiene que pelar las patatas», ha asegurado el chef, que ha recordado que para muchos cocineros, que ya tenían prestigio en sus países, llegar a su restaurante era una «bajada de humos importante». A falta de pocas semanas para que cierre - El Bulli se despide el 30 de julio - Adrià ha dicho que el equipo está sin ninguna sensación de tristeza y «súper contento», porque los 25 años de trabajo están dando su recompensa y porque espera que El Bulli Foundation, que abrirá en 2014, será aún mejor. «En El Bulli Foundation quiero a los mejores, y vendrán a crear, no a aprender, y tendrán una beca», ha dicho el chef, que ha bromeado diciendo que a los nuevos «»aprendices«» que llegarán en unos años seguramente no les pondrá a pelar piñones.