"Al encerado", los días de escuela de la generación del baby boom
El periodista Ignacio Elguero acaba de presentar "Al encerado" (Planeta), un libro que recorre la historia por las aulas españolas durante tres décadas:los 60, los 70 y los 80. Han colaborado con sus experiencias personajes como Juan Echanove, Patxi López, Elvira Lindo, Sole Giménez, María Dolores de Cospedal, Javier Sierra, Ángeles Caso, Juan Luis Cano, Ángel Antonio Herrera o Mariló Montero.
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Ese imperativo que pone título al libro suponía, en la mayoría de los casos, una invitación al pánico para el niño o la niña que lo recibía. Elguero define ese encerado com podio y patíbulo, "podio del estudioso que, delante de la clase resolvía la ecuación o el logaritmo y patíbulo del resto que, tiza en mano, se quedaba mirando a la pizarra, frente a sus compañeros y conocedor de su ignorancia". Lo malo, señala Juan Luis Cano, es que "una actuación desafortunada en ese escenario podía suponer recibir un lanzamiento, casi siempre atinado, del arma preferida del profesor: el borrador. Tenían tanta pericia, fruto de la experiencia, que siempre te daban con la parte dura, la de madera, la que dolía...".
Urbanidad y disciplina
Eran cuestiones que estaban por encima de los conocimientos que se pudieran adquirir en las aulas. "Lo de que te dieran en clase, o te castigaran, se veía como algo normal, los padres no protestaban. Como fueras a casa y dijeras que te habían pegado, igual te llevabas un capón", confiesa Juan Luis Cano.
Durante los sesenta y setenta, en los colegios públicos, la mayoría de ellos bajo la influencia o la dirección de la Falange, la base del componente disciplinario tenía su lado marcial y patriótico: había que formar cada mañana al entrar, y, en muchos casos, los chavales no se libraban de cantar el "Cara al sol".
La higiene era también prioritaria en aquellos años. Cuenta Sole Giménez: "Tenía una profesora que era bastante recta y le daba mucha importancia al aseo personal. No me parece mal desde esa perspectiva, pero lo vivíamos con inquietud, con cierta desazón, hasta con temor: `Dios mío, iQué viene a por mí! Te miraba las manos todos los días, también cómo ibas vestida, si llevabas los zapatos limpios, tu postura en clase... Le daba mucha importancia a todo esto. Desde luego, ella era un ejemplo, porque iba recta como un palo."
La religión, que lo impregna todo
Eran los tiempos del nacional catolicismo y la misa era obligatoria. Tan obligatoria como podía ser acudir a clase de matemáticas, de lengua o lo que tocase. En la mayoría de los colegios los acontecimientos religiosos se dividían por categorías: los cotidianos, sin apenas boato, y las grandes celebraciones, las relevantes, las de flores, púrpura y engalanamiento.
"A rezar te enseñaban en casa y en el colegio", cuenta Elguero recordando como de casa venías ya educado con lo de "Ángel de la guarda, dulce compañía"...Después te aprendías la persignación y pasabas a la señal de la cruz "que para los zurdos tenía su complicación porque si no lo hacías con la derecha, inmediatamente te caía el manotazo del cura o la monja". Luego seguíamos con las oraciones, por si no las traías aprendidas de casa: el padrenuestro, el avemaría, el gloria, la salve, la confesión general -el "Yo pecador"- y el acto de contricción -"Señor mío Jesucristo"-. "Uno trataba de entenderlo todo, pero no siempre te hacías con el significado. Y es que no siempre eran claras en aquellos primeros años escolares..."
Y no sólo se rezaba, también se cantaba. Las canciones solemnes y en latín fueron poco a poco sustituidas por otras má ligeras, más pop. Quien más, quien menos, cantó en alguna ocasión en el coro del colegio, o en el de la iglesia. Es el caso de Sole Giménez: "Tuve la suerte de empezar a cantar a los once años en un corito del colegio que dirigía la hermana Esther. Era una colombiana muy jovencita que quería renovar las canciones; aquello de cantar en latín no le iba. Luego seguí con otro coro y empecé a tocar la guitarra, e incluso confieso qu compuse alguna que otra canción...!incluso un padrenuestro!".
Y por supuesto estaba la Primera Comunión, el gran acontecimiento para los niños cuando se cumplían los siete o los ocho años. Sin embargo, no para todo el mundo representaba algo satisfactorio. Cuenta la que fuera solista de "Presuntos Implicados": "Yo estaba deseando hacer la primera comunión para llevar el vestido y el librito blanco, que aún conservo. Todo inocencia. Pero recuerdo que las clases de catequesis que me dieron me han dolido toda la vida. Allí fue la primera vez que me dijeron que era culpable, que me metieron el sentimiento de culpa, de pecado. No sólo por lo que hiciese, sino también por lo que pensase, todo era ofender a Dios porque, según la Iglesia católica, por el mero hecho de nacer ya eres culpable y pecador".
De cromos y carpetas
Los cromos eran una de las aficiones preferidas de los niños de esas décadas. Eran, para ellos, cromos de fútbol, para ellas, de artistas y cantantes. El cromo evolucionó mucho durante esas tres décadas, de la laminita que había que pegar con cola por las esquinas, se pasó al troquelado autoadhesivo.
Juan Luis Cano recuerda cómo los cromos formaban parte de sus ratos de ocio: "Los cromos nos los jugábamos a los montones. Dependiendo de la cantidad de niños que nos juntábamos, hacíamos dos o tres montones. Cada uno de nosotros apostaba cinco o seis cromos a un montón y ganaba el que tenía el cromo con el jugador con más letras... Otra forma de jugarse los cromos era tirar contra la pared una piedra o una moneda para ver quién la dejaba más cerca del muro tras el rebote..."
"¡Y lo difícil que era terminar una colección! Había cromos que no salían nunca. ¡García Melo -jugador del Atlético de Madrid- era imposible!".
Esos cromos coincidían en muchos casos con las carpetas que, sobre todo las chicas, llevaban a los colegios. El fenómeno fan se extendía como la espuma en los 70 y 80. Los cromos y pegatinas se adherían a los libros, y las carpetas llevaban enormes fotografías de Leif Garret, Shawn Cassidy o Iván.
¿Se imaginanvivir hoy sin Facebook, sin TDT, sin teléfono móvil, sin airbag, sin AVE, sin Burger King, sin Zara, sin tetra-brik, sin Ipad, sin pantalones caídos?... Pero podíamos disfrutar de televisión en blanco y negro; pantalones de campana, bucaneros, calcio 20, el Festival de la OTI, la cerveza "El águila", Eva Nasarre, la carta de ajuste, las motos con sidecar, los caramelos sazi, los juegos reunidos Geyper, las cartillas de puntos de Spar, la "Hoja del lunes", el padre Mundina...
La Entrevista (14/05/2011)
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