Rafa Nadal supera a Federer y a sus propias dudas para levantar su sexto Roland Garros

El campeón ganó al tapado. Todo superhéroe tiene su debilidad, y Rafa Nadal volvió a ejercer de 'criptonita' particular del mejor jugador de la historia del tenis. Y aunque la impoluta hoja de servicios de Federer chocaba de lleno con las muchas dudas y horas de juego del español, la fe de Rafa mueve montañas y sobre todo, tendencias tenísticas. En la cuarta final, Roger tampoco pudo Rafa.

Especial Roland Garros 2011

La final de Roland Garros 2011 ha sido el fiel reflejo de la evolución del número uno a lo largo de estas dos semanas. Bajo el cielo plomizo de París, Nadal saltó a la pista abotargado y sesteando, como si él, al igual que todos los españoles pendientes de él desde sus sofás, se hubiese excedido comiendo albóndigas maternas. En un visto y no visto Federer se puso 3-0 arriba. Ese momento se correspondía al inicio del torneo, cuando un desesperado Rafa se las deseó para vencer a Isner.

A partir de ahí Rafa empezó a crecer, seguía detrás, pero su derecha comenzaba a correr. Con 5-3 en contra, el suizo dispuso de un punto de set, pero Rafa no permite concesiones en los puntos importantes, buena prueba de ello son los 15 puntos de 'break' que consiguió levantarle a Murray. El juego terminó ganándolo, equilibró el partido 5-5 y después, con la tranquilidad de poder arriesgar, se puso por delante para abrochar la primera manga. Un set que estuvo siempre perdido, acabó ganado, como el último set que el manacorí disputó frente a Pablo Andújar.

El segundo parcial se negoció en unas condiciones climáticas adversas, el viento empezó a arrear con más fuerza, y las nubes se ennegrecieron hasta terminar por diluviar. Nunca se vio una tendencia clara aunque Nadal estaba moralmente mejor, las rupturas se sucedían de un lado y de otro. Justo en el momento en el que el español se aclaró para ponerse por delante y sacar para ganar, la lluvia entró en juego. Y lo hizo en un punto de set, que finalmente salvó el helvético, quien tras llegar al 'deuce' se apresuró a pedir un receso por el chaparrón.

La pausa no duró ni diez minutos y le sentó mejor a Federer, que solventó la situación llevando el partido al desempate. Allí apareció el Nadal que jugó contra Ljubicic y Veic, el Nadal brillante, el de la suficiencia, el que no defiende sino que ataca. No dio una sola opción al suizo en un terreno en el que el sacador siempre tiene ventaja. Pero así es Nadal, capaz de minimizar las virtudes del rival y potenciar las suyas en el momento cumbre. 7-3 y partido encarrilado.

Con dos sets de ventaja, Rafa nunca ha perdido una final, así que a partir de ese momento sólo se enfrentaba a sí mismo y al peso de entrar en la historia. Nadal volvió a ser mejor en el tercer set, incluso llegó a restar para levantar el trofeo, pero ese miedo a ganar que a veces aparece en este deporte retrasó semejante alegría.

Una lección que aprendió en el cuarto set y se alejó de las complicaciones. La derecha de Nadal volvió a centrarse en castigar el revés de su rival, y fue desquiciándolo poco a poco hasta que le rompió el saque. Rafa atacó y atacó hasta ganar su sexto Roland Garros, al igual que su fe, que perduró intacta en los momentos en el que el tenis le dio la espalda. 6-1 y final del torneo.

El número uno, que se resiste a dejar de serlo, cerró el torneo con su mejor tenis y con su mejor set, en una evolución que ante todo encumbra su capacidad para ganar frente a cualquier adversidad. Es el décimo 'Grand Slam' de Rafa Nadal, y el sexto Roland Garros, un logro que ahora sí le permite discutir a Borg el estatus de mejor jugador de la historia sobre arcilla roja.