Bajo el lema «Europa para los ciudadanos y no para los mercados», miles de personas tomaran este 19-J las calles y reeditarán un nuevo 15-M contra los recortes sociales. La gran movilización de hoy tiene como objetivo fundamental decir «No al Pacto del Euro». Es una protesta contra las medidas firmadas recientemente por los gobiernos europeos para fomentar la competitividad y afrontar la crisis económica. Medidas como la reducción salarial, la prohibición de endeudamiento, la contención del gasto en prestaciones sociales y pensiones, además de la prolongación de la edad de jubilación. Medidas, algunas de ellas, que ya se han adoptado en España. Los «indignados» alertan de que el Pacto del Euro, que será ratificado por los mandatarios europeos el próximo 27 de junio, será el mayor atentado socioeconómico contra los derechos sociales y amenazara el estado de bienestar con los recortes previstos en los salarios, los servicios sociales, las pensiones, la sanidad o la educación. Sus repercusiones serán internacionales y por eso el rechazo al Pacto del Euro será también internacional. Este 19-J hay convocadas movilizaciones en 120 ciudades de todo el mundo, según la plataforma Democracia Real Ya. La mayoría, evidentemente, en Europa, pero también habrá concentraciones en Buenos Aires, Nueva York o Tokio. En España el movimiento 15-M se manifestara en 56 ciudades. La manifestación más multitudinaria y singular será la de Madrid. Seis marchas arrancarán por la mañana desde diferentes barrios y zonas de la capital y terminarán a primera hora de la tarde en la Plaza de Neptuno. En realidad la convocatoria la realiza el colectivo denominado Asambleas de Trabajadores de Barrios y Pueblos de Madrid. Fue el que ideó desde un local del barrio de Vallecas estas marchas, y lo hizo hace medio año, mucho antes de que naciera el 15-M. Esta coordinadora vallecana obrera y anticapitalista acabó finalmente confluyendo en el heterogéneo movimiento del 15-M como hoy las seis columnas acabarán confluyendo en la Plaza de Neptuno, al lado del Congreso. Los «indignados» insisten en el carácter pacífico del movimiento y reiteran que no tolerarán ningún tipo de violencia, ya sea física o verbal, aunque admiten que no pueden controlar a todos los participantes ni por lo tanto garantizar que no se produzcan incidentes aislados.