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Reportaje:

Con los pies en España y los ojos en Libia

La diáspora libia en España asiste expectante y eufórica a los cambios que se están produciendo en su país

"Hablé por Skype con mis hijos y mi marido a eso de las 11 de la noche", una conversación Barcelona-Benghasi que transmitió a Mercedes que ahora sí, que llegaba el momento del cambio. "A partir de ahí me enganché a televisión. Creo que me he dormido a las 7 y media de la mañana y me he despertado a eso de las 10. Con la tele puesta". En la voz de esta catalana de mediana edad se entremezclan muchos sentimientos. Nostalgia, euforia, alegría contenida por el futuro y también preocupación por su familia.

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El 19 de enero de 1979, cuando comenzaban los fastos del décimo aniversario de la llegada de Gadafi al poder, Mercedes Fontes llegó a Benghasi después de una travesía de 7 días desde Barcelona. Lo hizo al borde de dos barcos, "el Garnata" y "el Tolotela". Le movía el amor. En Inglaterra había conocido a Mohammed, un joven libio del que se había enamorado. Después de pasear su romance por el Reino Unido y España, Mercedes llegaba a Libia para asentar su relación. "Todo era muy bonito. Benghasi era una ciudad cuyos habitantes se comportaban como si fuese un pueblo" recuerda con nostalgia sobre sus primeros años en el país magrebí. Todo el mundo era afable, todos muy sociables. La gente se preocupaba y quería saber de tí", concluye Mercedes.

Con los años, todo fue cambiando, la gente se volvió más cerrada, más arisca "se iban cansando" según dice. El regímen de Gadafi lo divide en 3 fases de 10: "10 años de subida, 10 de estabilidad y otros 10 de caída". Al principio todo iba muy bien, había ayudas sociales, no se pagaba ni el agua y el gobierno construía viviendas para el pueblo pero la preocupación por el pueblo fue cambiando de manera proporcional a la que crecía la excentridad del líder. De aquella Libia del principio queda poco. Ahora las pensiones son bajas, las ayudas sociales bajas y hay problemas económicos internos. La megalomanía del dictador es omnipresente. "Las televisiones, las calles, monumentos, estatuas dedicadas a su persona" concluye esta medio libia-medio catalana .

Ahora, Mercedes vive a camino de Barcelona y Benghasi. En Libia vive su marido con el que lleva 35 años. Juntos han tenido 5 hijos. La mayor , Aisha, tiene 33 años y el pequeño , Annuar, 15. No hace ni un mes que estuvo por última vez allí. Ayer todavía habló con su familia por Skype aunque reconoce que es dificil, que las comunicaciones son inestables. Pese a todo no puede ocultar su felicidad. Establece un paralelismo entre la megalomanía de Gadafi y la de los antiguos dictadores del este de Europa, por eso, no duda en afirmar que la caída de Gadafi le recuerda a la del rumano Ceacescu. "La gente espera verlo caído en la calle y con personas con metralletas al lado" asegura. Tampoco oculta su euforia, pese a las incertidumbres del futuro, para Mercedes lo que "había que hacer era liquidar una época y un periodo para empezar con otro. No sé si mejor o peor, eso que sea lo que Dios quiera"

El camino inverso a Mercedes lo hizo Idris. Idris Erdiwa tiene 48 años y comparte nombre con el primer rey de Libia, cuando se proclamó la independencia del país. No lo conoció, no en vano cuando Gadafi llegó al poder él no era más que un niño. Hace 26 años que vive en España. Él es uno de los 304 libios , que según el INE, tienen la tarjeta de residentes en nuestro país. Vive en el País Vasco, allí trabaja de traductor y de técnico de convenios internacionales. Reconoce, al igual que Mercedes, que las últimas horas las está pasando en tensión. Este domingo apenas ha dormido porque está continuamente viendo la emisión de Al Jazeera, leyendo la última hora en Twitter y siguiendo la cobertura que hacen los medios españoles sobre el cambio en su país. Reconoce que está esperanzado ,"tenemos un gran reto todos los libios, la de construir una nueva Libia entre todos que respete los derechos humanos" afirma. Aunque sobre todo reconoce que está ante un momento histórico "había que terminar con esa dictadura sangrienta, perversa, megalónica".

No duda en comenzar las celebraciones, que para más inri, coincide con la gran celebración en el mundo musulmán: el Ramadán. "Está siendo un mes bendito" dice este libio nacido en Endivia, una localidad próxima a la ciudad petrolera de Brega, al noroeste del país, y que ha sido una de las batallas más encarnizadas en esta guerra. Esa sensación de cambio de ciclo se lo transmite a Salja, su hija de 7 años. La pequeña no conoce Libia pero está compartiendo estos momentos con sus padres. "Le explico que las democracias no es algo que está hecho, sino que los pueblos luchan por conseguirlo y ahora el pueblo de su padre lo está logrando".

Con los pies en España y los ojos en Libia. Un reportaje de Rubén Fernández

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