Familias a la fuga
Del lujo a la muerte: El destino de las mujeres e hijos de los dictadores, tras el derrocamiento
Del lujo a la muerte: El destino de las mujeres e hijos de los dictadores, tras el derrocamiento.
El destino de las familias de los dictadores, tras la caída de éstos, ha sido muy dispar a lo largo de la historia más reciente.
Cuando el dictador rumano Nicolau Ceacescu cayó en 1989, su mujer, Elena, le acompañó en su terrible final: ambos fueron fusilados en las vísperas de Navidad en el cuartel de Targoviste. Sus cuerpos sin vida fueron exhibidos en televisión para calmar a la población, que no creía en el fin del sátrapa.
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Madame Bokassa, esposa del dictador centroafricano Jean Bedel Bokassa, autonombrado emperador de su país y derrocado en 1979, puso a salvo su fortuna y se exilió a Ginebra, donde incluso participó en alguna obra caritativa de la Iglesia Católica. Para Simone Gabgo, esposa del dirigente de Costa de Marfil, profesora y doctora en Lingüística, el peor día llegó con el derrocamiento de su marido: la foto de Simone, humillada y apaleada, semidesnuda, rodeada de los soldados que habían descubierto el bunker donde se escondía la familia presidencial, dió la vuelta al mundo.
Otro destino más halagüeño se han procurado las familias de los ex-dictadores latinoamericanos: La amplia prole de Pinochet sigue viviendo en Chile, si bien continua siendo investigada por los tribunales por evación fiscal. En Uruguay, tras la caída de Stroessner, Eligia Mora decidió como el pueblo paraguayo: también abandonó a su marido y se marchó con su hija. Murió en Asunción a los 95 años. Más atrás en la historia, la mujer de Perón y en su día también presidenta de Argentina, Estela Martínez, se exilió a España.
En los últimos meses, otra familia quiso poner pies en polvorosa: la de Mubarak, a quien se atribuye una inmensa fortuna. Hoy, tanto él como sus hijos se sientan ante los tribunales. La última foto exhibía a estos últimos en una celda-jaula. Finalmente, un dato sobre la ex-esposa de Ben Alí: la prensa francesa ha publicado que Leila Trabelsi, ex peluquera y esposa del derrocado dictador tunecino, Zine al-Abidine Ben Ali, viendo que las protestas populares estaban a punto de acabar con el régimen, se dirigió al Banco Central de Túnez a ordenar que se le entregara una tonelada y media de oro: era su seguro de vida cuando tuviera que huir de su país.